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Robert Redeker: «Con la escritura inclusiva, el alma de nuestra lengua no será la nación, sino una ideología»

FIGAROVOX/ TRIBUNE: Para el filósofo Robert Redeker, la escritura inclusiva es el fruto de una ideología deconstructiva que pretende borrar la herencia de la nación y excluir la lengua francesa de su historia.

«Con la escritura inclusiva, el alma de nuestra lengua no será la nación, sino una ideología»

Llega a nuestro país una catástrofe que lo hiere de muerte, que lo hiere en su alma, que es literaria; esta catástrofe lleva el nombre de: «la escritura inclusiva». La lengua es esta realidad que relaciona a cada hombre con su pueblo. El desarrollo de la escritura inclusiva está llamado a cambiar la naturaleza del hecho de ser francés.

Después de la escritura inclusiva, no podremos ser franceses de la misma manera que antes de su despotismo. Los políticos que en algunos municipios tratan de propagarla son perfectamente conscientes del objetivo político a largo plazo: cambiar el hecho nacional francés. La escritura inclusiva firma el final de la fraternidad íntima de Francia y su literatura.

Para que la escritura inclusiva se imponga, primero, ha sido necesario que la lengua haya sido debilitada por la deconstrucción. Y, sobre todo, que haya soportado las acusaciones más infamantes de las acusaciones, la de ser fascista.

Gilles Deleuze y Roland Barthes se encargaron de la denuncia preparatoria para la liquidación.

Según el libro de Deleuze, escrito a duo con Guattari, «Mille Plateaux», en 1980, la esencia de la lengua se sustenta en la palabra de orden. Detengámonos en algunas jugosas citas: «El lenguaje no está hecho para ser creído, sino para obedecer y hacer obedecer»; «una regla de gramática es una marca de poder, antes que una regla de sintaxis» ; «el lenguaje es transmisión de la palabra funcionando como palabra de orden y no comunicación de un signo como información». El lenguaje no informa, no comunica, ordena.

Barthes por su parte, afirma con la seriedad de un procurador en un proceso estalinista o maoísta, en su Lección inaugural en el «Collège de France», pronunciado en 1977: «la lengua no es ni reaccionaria ni progresista ; ella es simplemente fascista, pues el fascismo no es impedir decir, sino obligar a decir. Pasemos al hecho de que esta definición del fascismo – «obligar a decir» – sea particularmente débil.

En el Medioevo el antropomorfismo llevaba a los animales ante el tribunal. Deleuze y Barthes llevan el ridículo mucho más lejos: es la lengua la que comparece delante de un tribunal revolucionario, debido a su supuesta fusión con todas las formas de dominación.

Pero el oscurantismo aquí es el mismo que en los procesos medievales. Sin esta acusación a la lengua, que pasaría por cómica, involuntariamente, para todo espíritu dotado de buen sentido, que podría pasar por una farsa si ella no fuera lo que es, una condena real emitida desde las alturas pedantes del espíritu serio, la escritura inclusiva no habría podido ver nunca el día.

Una vez la lengua condenada como fascista, todo se vuelve posible: ella no merece ni respeto, ni veneración.En realidad, la escritura inclusiva es lo contrario de lo que ella afirma sobre sí misma: ella es inclusiva, ella excluye a la lengua de su historia. Ella expulsa a la lengua de su pasado, de su tradición, de su morada, de su lógica. Toda lengua es una visión del mundo. Su lógica, -a la que llamamos gramática- es el orden de esta visión del mundo, su estructura.

Brevemente, toda lengua es un cosmos, en el sentido etimológico de la palabra. Entendamos: la escritura inclusiva arranca a la lengua de la visión del mundo de la cual ella es una de sus expresiones, ella destruye el cosmos. La escritura inclusiva es un separatismo: para ella se trata de separar la lengua francesa de lo que fue Francia hasta hoy. Separarla de la manera francesa de ver el mundo, de escribirlo y de hablarlo.

El asunto no sólo es separar la lengua de la nación; es, sobre todo, garantizar la colonización de la lengua por una ideología, el post-feminismo. La nación, hasta nuestros días y desde hace varios siglos, al menos desde los poetas de la Pléiade, du Bellay, Ronsard, desde La defensa y la ilustración de la lengua francesa, el libro fundamental de Joachim du Bellay, era el alma de la lengua francesa; con la escritura inclusiva, el alma de nuestra lengua no será más la nación, sino una ideología.La escritura inclusiva vehicula el mito ultrarevolucionario de la tabla rasa: del pasado de la lengua debemos hacer una tabla rasa, con el fin de dejarse habitar por los fantasmas de sus adversarios. La sustitución, de 1792 a 1806, del calendario revolucionario por el calendario tradicional fue hecha en un estado de espíritu análogo, aunque por otros motivos.

Dos aspectos son llamativos en la propaganda a favor de este tipo de escritura: el rechazo a asumir una herencia, revestido del no reconocimiento de una deuda hacia el pasado. El mito de la tabla rasa no avanza nunca sin su alter ego: el mito del auto-engendramiento.La lengua francesa nueva, inclusiva, libre de toda deuda con el pasado, degenerada, desexualizada, despatriarcalizada, desblanqueada, desracializada, interseccionalizada, se supone engendrada por ella misma a partir de los anuncios y prescripciones ideológicas con las que se entrevera la lengua francesa tradicional.

Una nación es una entidad que aparece en el historia, una entidad en la cual la esencia es emerger. La lengua no es «la nación misma» como lo creía Guillaume de Humboldt, ella es la visibilidad de una nación. Identifiquemos en la literatura, tanto oral como escrita, el lugar donde esta visibilidad logra su grado de intensidad insuperable.

La lengua de Shakespeare, de Keats, de Shelley muestra la nación inglesa visible para el universo. La lengua de Racine, de Molière, de Bossuet también visibiliza la nación francesa. La lengua hace a una nación visible y a la vez a todos aquellos que la componen, a quienes pertenecen y a las otras naciones.

Existen igualmente en el mundo naciones sin Estado que permanecen visibles porque su lengua perdura. La lengua es la visibilidad de la historia de una nación, hablarla procura el sentimiento de formar parte de esta historia, así como también de formar parte de una comunidad que hunde sus raíces en el pasado. La lengua hace visible una continuidad que implica recibir una herencia y pagar, en forma de respeto, una deuda.

Es esta visibilidad la que la escritura inclusiva busca que muera. La escritura inclusiva se propone invisibilizar lo que la lengua visibiliza: la nación.

Maltratar la lengua es volver más invisible a la nación, hundirla en la invisibilidad, en la noche; es también destruir el lazo nacional, mostrar el camino a la anomia y al separatismo. Dañar la lengua no es sólo un acto lingüístico, es un acto político.

Promoviendo una neolengua entreverada de ideología -cuando leemos un texto en escritura inclusiva, nos imaginamos confrontados a un francés entreverado, pero en lugar de estar sazonado con otra lengua, lo está por una ideología- destinada a remplazar el francés, la escritura inclusiva quiere ser a la vez a-histórica (se toma por la verdad de la lengua, independientemente de su historia) y post-histórica (supone la historia; es decir la dominación) al fin superada por el progreso lingüístico con el que se identifica.

La escritura inclusiva se ve como la victoria sobre la nación y su historia rechazándolas a las dos, no en la memoria que implicaría una deuda, obligaría al respeto, sino en el infierno y el olvido.

La escritura inclusiva es, desde un punto de vista civilizatorio, exactamente la misma cosa que la destrucción de los paisajes, otra herencia de los siglos: las eólicas vuelven el paisaje invisible borrando el pasado de la nación. La escritura inclusiva es a la lengua lo que las eólicas son al paisaje.

Excluyendo a la lengua de su historia, destruyendo su lógica, arrancando su lengua al pueblo para imponerle la jerigonza de las nuevas preciosas ridículas, expulsando al pueblo de su lengua, la escritura inclusiva es la escritura más exclusiva que se pueda imaginar.

Robert Redeker es catedrático de Filosofía.

Ha publicado «Los centinelas de la humanidad» (Ediciones Desclée de Brouwer)

Traducción Maite Díaz González

Tribuna en Le Figaro

https://www.lefigaro.fr/vox/societe/redeker-d-un-point-de-vue-civilisationnel-l-ecriture-inclusive-est-comparable-a-la-destruction-des-paysages-20210413?fbclid=IwAR3z9cdwcbeSFjeosTGoJCWU-h_Oh3Hkys0R6DiMSQHmELd-7TqzpU_tNQg

¿Quién fue Molière?

Este documental de 1963 es intenso, varios actores y dramaturgos explican su relación con los textos de Molière. Un retrato de su vida. ¿Quién fue Molière?Algunas escenas son lecciones de interpretación de sus personajes y obras.Un hombre justo que tenía la pasión por la verdad; que denunció la hipocresía y las mentiras, por esto fue atacado y perseguido violentamente.La relación que establecía con los actores, con las actrices.

Uno de los apasionados de Molière dice:»Molière amaba enormemente a las mujeres, se siente la sensualidad sana, vigorosa, rabelaisiana. Me pregunto también sobre su papel de director de grupo. Era un hombre sensual, sensible que trabajó con actores y actrices…es un problema, me cuesta decir esto, los hombres…hay cosas que logramos de las mujeres si tenemos una intimidad con ellas, en escena. Lo que ha llevado a decir que el director debe siempre haber sido el amante de sus actrices. Molière era un apasionado que amaba a las mujeres, su sensibilidad y su trabajo lo hacían particularmente sensible y vulnerable con las mujeres, esto se siente en sus piezas…»

El día que muere, tras un ataque representando Le Malade Imaginaire es llevado de noche al cementerio y enterrado en una fosa común, para el actor que ofrece el testimonio, este final, en el fondo, es maravilloso, cómo el hombre que fue atacado con violencia por oponerse a las hipocresías y las mentiras es enterrado con la mayor simplicidad, el gran creador francés en el anonimato más absoluto. El hombre que había estado tan cerca de las élites como de la gente simple no sabemos dónde está enterrado.

La crisis económica de la pandemia es como una sombra que avanza silenciosa

Este artículo  en el periódico francés Le Figaro, reseña los problemas financieros de este monumento nacional, el château de Chantilly, que pertenece al Instituto de Francia. Actualmente está pidiendo ayuda a todas las instituciones del Estado, al presidente del departamento y al presidente Emmanuel Macron pues no puede asumir los gastos necesarios para su mantenimiento. Está cerrado desde que comenzó la epidemia; en mayo abrió, pero con las nuevas restricciones y el toque de queda a partir de las 18h, no reciben ningún visitante.
El dominio de Chantilly está formado por 7000 hectáreas de parques, jardines y bosques; además de las caballerizas que organizan espectáculos y el hipódromo. La administración debe pagar cada mes los salarios de 130 agentes; 35 000 euros de electricidad y calefacción. Las salas interiores conservan una biblioteca y una colección de pinturas que incluyen obras del Renacimiento, por tanto, las temperaturas deben mantenerse estables. Las caballerizas y sus 28 caballos y poneys necesitan cada tres meses de 40 000 euros de forraje para alimentarlos.
El Aga Kahn había sido hasta comienzos del 2020 uno de los mecenas más importantes, sus donaciones de 70 millones de euros permitieron realizar grandes trabajos de restauración. A principios de 2020, antes de la epidemia, disolvió la fundación que había creado para proteger este edificio y el conjunto del dominio que incluye las instalaciones ecuestres, pues ha sido un gran aficionado a las carreras de caballos.
El turismo nacional e internacional, la producción de espectáculos, sobre todo, en primavera y verano, la organización de exposiciones, además de los mecenazgos importantes han sido las actividades que han permitido mantener el château de Chantilly.
Esta crisis es un ejemplo entre tantos de patrimonio en peligro como consecuencia de todos los cambios a nivel global que ha generado esta epidemia. Es una muestra de que las soluciones para salir adelante deberán ser coordinadas globalmente. Llevamos casi un año de combate contra la enfermedad que ha generado una crisis sanitaria y económica. Se supone que la vacuna podrá producir un cambio en los próximos meses, pero el daño económico que ya se ha producido en todos los órdenes costará mucho tiempo y recursos superarlo.
© 2021 Maite Díaz González

1917

1917 es una película sobre la Gran Guerra, contada a partir de la historia de dos jóvenes soldados ingleses en las trincheras del norte de Francia. Dos caracteres, un destino les une. La escena comienza con los protagonistas descansando en un hermoso prado sembrado de trigo y colza; blanco, dorado y amarillo; llega un superior que los envía a ver a los mandos para realizar una misión. El árbol es otro personaje, la naturaleza y la humanidad, la vida erguida y rotunda frente a la muerte; la calidad moral de los hombres en la tragedia y el drama de la guerra. El drama bélico comienza con la sordidez de las trincheras, los hombres sustraídos, reducidos a un espacio mínimo, entre el barro y los heridos. Mientras avanzaba la historia recordé por momentos al Goya reportero de guerra; también el cuadro de Brueghel, el Triunfo de la muerte donde todos son cadáveres y no existe un atisbo de redención; en otros planos la calidad matérica de los espacios recuerdan las obras realistas de Anselm Kieffer que es, sin duda, el pintor de la memoria del siglo XX, de la barbarie de la destrucción. Una película sobre la responsabilidad, el coraje y la audacia, sobre el deber moral de resistir y combatir sin descanso contra la barbarie que aparece todo el tiempo poniéndolos a prueba. Una película sobre el absurdo de la guerra y sobre los hombres comunes extraordinarios. Pedagógica en estos tiempos en que los hombres son acusados y señalados -de manera general- como autores de las peores violencias. Es cierto que la guerra ha sido siempre un asunto de hombres, en la película aparece una sola mujer y una niña de meses. Las mujeres estaban en la retaguardia, en los campos trabajando, en las fábricas de armamentos, en los hospitales de campaña pero frente a esta barbarie extrema y terrorífica, frente al mal absoluto estaban estos hombres solos, hundidos en el barro, batallando contra el ejército alemán y contra las ratas.

Michel Piccoli: una loca pasión y una paciencia eterna


Michel Piccoli entrevistado por Christian Defaye en 1982

Michel Piccoli cumple hoy 94 años.
En esta conversación define el oficio de actor como «una loca pasión y una paciencia eterna», estas son las dos frases que utilizaría para definir y aconsejar a un joven actor sobre los caminos de la profesión.

Comienza conversando sobre la película ‘Le mépris’ (1963), (El desprecio) dirigida por Jean Luc Godard donde comparte cartel con Brigitte Bardot a la que define como una actriz magnífica aunque no es apasionada. Cuenta los detalles de la concepción y la técnica cinematográfica, el montaje, cómo Godard va realizando y montando a la vez. La escena erótico amorosa del principio de la película fue filmada al final.
Luego hablan sobre su trabajo como productor y su regreso como actor de teatro interpretando a Chejov, Boris Vian o Peter Brook.

El trabajo de laboratorio del teatro, pensó que no volvería a amar el oficio de actor de teatro después de haber trabajado largo tiempo en el cine y dice: «El cine es confortable, estás en un ángulo cerrado como bajo un microscopio.»
La experiencia de trabajo con Brook, la preparación durante dos meses, el trabajo de grupo: ejercicios físicos, nemotécnicos y de improvisación. Un entrenamiento riguroso para volver al oficio de actor de teatro. Brook es un profesor de actores, todos los días nos reuníamos después de una representación para conversar durante los tres meses que duraba la obra. Además, mientras actuaba con Brook trabajaba en cine por las mañanas. Los personajes eran diametralmente opuestos, era muy fatigante hacer de un diablo durante las jornadas y por la noche un personaje suave en las noches del teatro. Me desdoblo completamente, el trabajo que hacemos con Brook de relajación y concentración al mismo tiempo me enseñaba muchas cosas que me ayudaban en la filmación durante el día.

El periodista le pregunta: ¿Usted sabe cuál es la teoría de Brook sobre los actores? No solo sobre los actores… Brook decía: Un actor que vive durante años y años en un sistema político dado, un sistema donde no hay cambios, vive en una línea política, en un sistema cualquiera, sea este el que sea, entonces no puede progresar. La gran suerte de los actores ingleses, la superioridad sobre los actores franceses es que han hecho la alternancia, pasar de conservadores a laboristas y así..; esta era su teoría, me gustaría conocer la suya, le pregunta el periodista.

-Sí estoy de acuerdo es por esto que el cambio es importante en todos los planos. Un actor, un artista, cualquier individuo, cualquier cosa que haga, que cree, que venda o que compre…tiene necesidad de volver a imaginar su vida y su profesión sino se convierte en una persona solemne, o quiebra.
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El desafío tecnológico de la reconstrucción de Nôtre-Dame

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Vista lateral de la Catedral de Notre-Dame. París, 2013. © maitediazgonzalez

Un artículo de Frédéric Épaud, especialista de las estructuras en la arquitectura medieval.

Frédéric Épaud hace un análisis sobre la posibilidad de reconstruir Nôtre-Dame recuperando las técnicas tradicionales de la talla de la madera, saberes y oficios prácticamente olvidados. El artículo es una joya por todos los datos analizados sobre las maneras de construir y sobre la explotación de los recursos forestales de manera sostenible desde la Edad Media.

«El verdadero desafío tecnológico que representa la reconstrucción de Nôtre-Dame no es hacer una estructura high-tech con materiales contemporáneos, algo que sabemos hacer muy bien en aeropuertos y estaciones, sino poder realizar una estructura en roble respetando las técnicas tradicionales.»

Tras el incendio que destruyó la estructura de madera medieval realizada hace ochocientos años con madera de robles de los bosques próximos a la ciudad de París; Frédéric Épaud, analiza las ideas que se han difundido sobre la reconstrucción de la Catedral de Nôtre-Dame utilizando los materiales originales y, sobre todo, las técnicas tradicionales que, en su opinión, deberían ser rescatadas realizando una gran escuela taller al pie de la catedral para poder tallar con hacha los robles como lo hicieron los artesanos hace ocho siglos.
La talla con hacha de robles de entre 25 y 30 centímetros de diámetro y doce metros de altura garantizaría que la estructura podrá soportar sin problemas el paso de otros ocho siglos. El especialista explica que se necesitarían aproximadamente 1000 robles que podrían encontrarse en los vastos bosques franceses sin que ello significara ningún problema de impacto ecológico.
Esta técnica a partir del tronco entero talado y tallado con hacha sin utilizar sierra garantiza que la viga no sufrirá deformaciones y que las curvas naturales puedan ser utilizadas en la estructura.

Enlace al artículo del investigador Frédéric Épaud, en Le Journal del CNRS

Charpente de Notre-Dame : stop aux idées reçues !

https://lejournal.cnrs.fr/billets/charpente-de-notre-dame-stop-aux-idees-recues utm_term=Autofeed&utm_medium=Social&utm_source=Facebook&
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Templos

Notre Dame interior tras el incendio
Interior de Notre Dame tras la destrucción del incendio. Foto France Culture

La imagen del interior de Notre Dame con los restos de la destrucción tras el incendio. El poder evocador de las imágenes, lo que nos dicen. El amasijo de las vigas, la arquitectura del cielo, lo que fueron las hermosas líneas estructurando el espacio convertidas en tizones calcinados junto a los bloques de piedra entre la estructura monumental de la nave central recuerda una obra de Anselm Kiefer, la escena como una instalación del pintor de la memoria trágica del siglo XX. El siglo de las guerras y la destrucción industrial. De la ideología de la raza como idea destructora. La materia oscura del plomo, el fuego, la piedra y la madera fundidos. El fuego y su simbólica radical destruyendo el templo. El fuego, también como elemento purificador y la resurrección en el milagro de haber podido salvar una pieza que coronaba el pináculo, la flecha que ardió en pocos minutos. La catedral como un horno alquímico. La catedral como escenario y aviso al mundo. El incendio accidental muestra también el azar y la fragilidad de la existencia, el hilo fino que se tensa y estalla. La imagen que regresa detenida en la memoria. Las ideologías y las religiones también como sustancias inmateriales de destrucción, cuando, en Sri Lanka han muerto casi trescientas personas en unos segundos el Domingo de Pascua, asesinadas por un comando terrorista. Las imágenes también mostraban la destrucción del templo, y de las personas. La casa de todos y el desamparo, la desintegración mostrada con la sangre, marcando el espacio como testigo esencial y último de la vida sobre los suelos, por las paredes, entre los objetos y esculturas religiosas. La sangre de un sacrificio impuesto en nombre de Dios.

© 2019 Maite Díaz González

Cruce de caminos

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© 2018 maite díaz gonzález

Después de la nevada de ayer el cielo amanece azul y despejado. Las olas de frío llegan con contrastes de luz y color. Del blanco gris y la luz mínima al azul transparente de los cielos castellanos. Me encantaba el frío en Madrid y los cielos azules, intensos. Ayer nevó con furia y viento, cayó una nieve fina que lo cubrió todo en pocos minutos. Resbalé y terminé en el suelo. Reí y me acordé de mi padre cuando me caía en el parque aprendiendo a patinar o a montar bicicleta; llegaba corriendo al instante y me decía: levántate, sin tiempo para comenzar a llorar. Es lo que tiene aprender, hay que saber caer y levantarse. Según su experiencia y sus años mozos de fútbol levantarse rápido es un reflejo necesario, lavar el rasponazo, desinfectar y pasar a otra cosa.

 

Homenaje a Pollock, en blanco y negro

Homenaje a Pollock maite_diaz_gonzalez_pollock

© 2018 maite díaz gonzález

Salí a mediodía del trabajo y me fui a dar un paseo. Tenía una hora que aproveché bien. Encontré a la entrada del parque un precioso gato negro y blanco que vino a mi encuentro y me acompañó durante todo el rato. Maullaba y se metía debajo de mi abrigo, tenía frío y todo lo que quería era jugar. Por un momento me abandonó para seguir a otra mujer pero regresó al poco rato y terminamos el paseo juntos; parece no le dejaron abierta la gatera de la casa. Hubo momentos de tensión con dos patos que se alarmaron cuando lo vieron estirarse y hacer la serpiente…los plumíferos comenzaron a escandalizarse y a batir las alas mientras el gato se arrastraba entre la nieve calculando las distancias, tratando de ocultarse. Me concentro tanto cuando estoy fotografiando y desconecto de tal manera que no me entero de nada. Me daba cuenta que el gato me seguía porque venía a frotarse contra las botas y me empujaba para que me parara y le hiciera caso. Al rato una señora me preguntó si no había visto caer el hombre al agua. No. No he visto nada. Pues ha perdido la fotografía del día. Hay que ver cómo se asocia la fotografía con la captura del instante fuera de lo común llegando al espectáculo o la tragedia. Reímos porque vaya chapuzón con estas nieves. Es cierto que vi a una pareja y pensé: qué imprudentes y que poco delicados ponerse a caminar por esa plataforma y romper la poderosa capa de nieve que magnifica todo objeto donde se posa, los que vendrán más tarde no podrán disfrutarla pero fue una reflexión de segundos. No lo ví caer, tampoco lo sentí, no gritó.Cayó y salió corriendo helado y asustado. Mientras sucedía el baño inesperado estuve absorta en las caídas de los copos, ese desvanecerse y desaparecer en el aire.
La magia de la nieve y de la luz, cuando ves caer los copos desprendiéndose entre las ramas. Como una cascada lenta la nieve cae, tropieza y se expande silenciosa como un polvo que se convierte en humo, como el signo de una desaparición. Algunos copos grandes y pesados se estrellan contra la superficie helada del estanque y dibujan, inocentes, y ante el escándalo general, un pollock.

Desde mi ventana. Homenaje a Mondrian

Homenaje a Mondrian maite_diaz_gonzalez_mondrian 2018 © maite díaz gonzález

Estamos aislados por la nieve. El silencio y despertar como si afuera hubiera un sol oscuro y resplandeciente. El misterio de las sombras tenues y de las líneas de las sombras en la nieve. Desde mi ventana el paisaje parece un fondo marino cubierto por un bosque de corales. Hacía años no sentía tanto frío; creo fue en el 2011 o 2010 la última gran nevada. Regresaba de París, la ciudad colapsada, los metros cerrados, los semáforos intermitentes y la gente bebiendo vino en todos los bares del Boulevard Magenta, logré llegar a pie hasta Gare du Nord para coger el tren a tiempo. Luego tuve que salir a pie del aeropuerto con la nieve hasta los tobillos. Atravesé las pistas por la calle que pasa debajo hasta poder reunirme con Pepe que se quedó aislado sin poder llegar a la salida del primer pueblo que está al lado de las pistas.
Hoy no funcionan los transportes públicos y las carreteras y calles están impracticables. En la A86 y la N118 se han quedado atrapados muchos conductores que han dormido en sus coches. Ayer, no funcionaban los autobuses por la tarde, salí a las once de la mañana del Liceo, el chofer conducía muy despacio en las pendientes y en los giros en las rotondas.
Por la mañana, a las siete, raspamos unos diez centímetros de nieve y resbalaba mucho el pavimento. En la noche prohibieron la circulación de los camiones rastras. Acabo de leer a la presidenta de la región Île de France, Valérie Pecresse muy crítica con la falta de información a los usuarios de los medios de transporte públicos y privados.
Ahora la luz es preciosa, a ver si puedo salir para hacer fotos.

París, la crecida del Sena

En el telediario las noticias sobre la crecida del Sena en París. Los especialistas piensan que no será aún más dramática la inundación que ya ha invadido sótanos de negocios y de viviendas en las islas y las zonas cercanas al río en la ciudad. En las periferias de París muchas casas están sin electricidad y las personas se desplazan en canoa. Mirando las referencias, cada doscientos años hay una gran crecida de entre seis y ocho metros. No lloverá durante el fin de semana según las predicciones meteorológicas pero está nevando a unos pocos kilómetros de la capital. Habrá que esperar semanas para que los suelos absorban tanta agua. Las empresas del gran puerto que es el río están paralizadas. El Museo del Louvre ha cerrado una parte de las salas. Las ratas de fiesta, pasean por los jardines de la ciudad. Decía un especialista que la crecida del río favorecerá el control de la población de roedores. Los viejos y los pequeños sin posibilidades ni fuerzas perecerán ahogados, solo los más fuertes podrán sobrevivir. Las aguas desbordadas serán un regulador natural de la población de roedores que comienza a ser un verdadero problema para la ciudad.

La infancia regresa siempre con los recuerdos junto al mar

Saint Michel, 2018, Maite Diaz Gonzalez
Saint Michel, Normandía, 1 de enero de 2018           © maite díaz gonzález

Un año de luces y libertad donde quiera que estemos. La verdadera protección que nos permite vivir y disfrutar de los momentos y las horas junto a quienes queremos y recordamos. Este fin de año hemos viajado por una zona hermosa de Bretaña. Centenas de kilómetros de costas, de playas, ensenadas cubiertas de grandes piedras de granito rosa junto al mar verde esmeralda. Pinos, cedros del Líbano. Olas lentas, espumosas. Islas como promesas muy cerca de la costa, santuarios paganos, monumentos megalíticos con sus piedras enormes en equilibrio desde hace cuatro o cinco mil años. Piedras ensambladas por alguna fusión, como un homenaje a mi padre. Puertos. Barcos varados y otros flotando durante la marea baja. Y en el silencio de la noche el ruido de los metales, las maderas, las cuerdas y las velas bajo el viento, esa música misteriosa que silba en la noche junto al rugido del mar. Pueblos. La hierba verde brilla intensamente. La soledad y el frío. El camino junto a la costa. Mi madre. Casas de granito gris, rústicas, sabias y eternas con la luz y la alegría en sus jardines y sus ventanas blancas. Una creperie y el olor de la mantequilla me traen de vuelta a mi abuela y a mi tía Nena con la montaña de frixuelos los domingos como un signo y esa voz interior que te dice: mira y guarda en la memoria. Al final del viaje llegamos a la bahía. La infancia regresa siempre con los recuerdos junto al mar, la infancia y aquella isla que va dibujándose en la memoria. Regresamos a Saint Michel. El aire, el viento y el correr de las nubes en la tormenta abre con la esperanza un cielo azul, nítido y transparente. Feliz Año.

Los campos magnéticos

Paris, navidad 2017, Nôtre Dame fotografía Maite Díaz González
Nôtre Dame, París, Navidad, el 24 de diciembre de 2017 © maitediazgonzalez

Nos vamos a París a pasar la Nochebuena. Improvisamos para cenar algún sitio abierto para turistas y forasteros como nosotros. Aparcamos en la plaza del Panteón. Queda algún sitio libre pero no hay un alma en todo el área que rodea la gran cúpula donde descansan tantos hombres y mujeres ilustres de las ciencias, la filosofía y las letras francesas. Me quedo un rato mirando el gran cartel con la imagen de Marie Curie. La Patrie reconnaissante leo sobre el gran frontón neoclásico donde ondea la bandera francesa. El gran dôme azulado flota sobre el cielo rojizo de invierno.

La plaza adonde siempre llega el bullicio de las terrazas y los bares que están en los alrededores y las voces de los jóvenes estudiantes que salen de la biblioteca o simplemente evitan la circulación constante de los coches, se ha convertido con las fiestas en un decorado inquietante.

En la noche fría el silencio es la primera impresión. La soledad hace más profunda la noche. Todo está cerrado y no hay nadie en las calles. A los pocos minutos mientras reconocemos los edificios iluminados de amarillo naranja con sus decoraciones en colores fríos, blancos y azules, llega un viejo coche destartalado y baja una pareja de ancianos que saludan y comienzan a andar rápidos y ágiles bordeando el Panteón buscando la iglesia de Sainte Geneviève para llegar a tiempo a la misa.

Otras veces hemos llegado a este mismo sitio y aparcado en el mismo lugar, pero entre el ruido y el correr para llegar a algún sitio nunca había reparado en la placa que avisa, a la entrada del pequeño hotel de los grandes hombres, así se llama el edificio en el que durante la primavera de 1919, unos meses después de haber terminado la Gran Guerra, se reunieron André Breton y Philippe Soupault para inventar la escritura automática creando el movimiento surrealista y escribiendo a cuatro manos «Los campos magnéticos.»

Leído el texto el ambiente se dibuja como en un cuadro de De Chirico, espero ver aparecer los autómatas y los maniquíes en cualquier momento. Las luces rojas de las guirnaldas de la entrada y de los arbolillos colocados simétricamente se encienden y se apagan. Me acerco para fotografiar la placa y la puerta automática se abre, miro y no veo a nadie en el interior de la recepción del hotel.

Regreso, me esperan. Cruzo rápido la calle de adoquines donde han puesto sobre unos tableros de madera unas cabezas de faunos, sátiros y grifos en piedra tallada. Entre las cabezas se extienden también unas barras de granito alineadas como los restos de algún antiguo edificio. Los rostros mitológicos y sus expresiones demoníacas no parece hayan formado parte del conjunto del Panteón, busco alguna referencia a la instalación reciente pero no encuentro ninguna indicación sobre el origen de las piezas.

Los ancianos van delante leyendo las placas atornilladas en la verja que protege al monumento. En uno de los laterales hay una estatua de Corneille sobre un pedestal, tiene el rostro ennegrecido por el hollín de los coches y aunque está a la intemperie va bien abrigado con una capa pesada y gruesa. Al fondo la fachada de la iglesia de Sainte Geneviève parece un collage barroco concebido en épocas diferentes y por diversos arquitectos. Las estructura piramidal con su triángulo superior reúne las torres, los campanarios, los frontones clásicos y curvos, los rosetones y un perfil que, en su ensamblaje de volúmenes visto desde la calle de la montaña parece una pequeña fortaleza medieval.

Calle Descartes. Nadie quiere entrar a la iglesia pero insisto, solo unos minutos. La misa de las nueve, las veintiuna, hora francesa, ha comenzado hace solo unos minutos. Al abrir la primera puerta el olor del incienso y el órgano vibra en el recinto. Todos los feligreses están de pie, de espaldas, la mayoría son personas mayores. Tengo la impresión de llegar a una celebración de los primeros cristianos. Hay algo de secreto y selecto en esta pequeña iglesia en la parte más alta de este lado de la ciudad. Los sacerdotes bendicen el pesebre que no alcanzo a ver con detalle. El olor del incienso, seco, casi asfixiante, el olor que solo sentimos en estos espacios. Un bebé comienza a llorar, la madre mueve el cochecito pero los gritos se hacen cada vez más fuertes. Salimos rápido para cenar y lograr llegar a Nôtre Dame para escuchar la misa del gallo en el punto más antiguo de la ciudad, donde comenzó todo. Un siglo antes del nacimiento en Belén ya en la Île de la Cité levantaban sus casas una tribu celta llamada les parissis ; pescarían y se bañarían en el Sena, asarían sus truchas y carnes en la orilla salvaje del río que hoy está toda construida. La liturgia del nacimiento en el lugar donde también nació la ciudad hace más de dos milenios.

Entramos a un costado de Saint Severin buscando un buen asador donde podamos cenar y beber un buen vino. Un lechón da vueltas en la entrada junto a pollos y otras piezas. El sitio está repleto pero enseguida vienen a buscarnos a la puerta, pienso que no puede haber ninguna mesa libre, el camarero sonríe, y nos lleva por un corredor kilométrico que suena como una babel donde oyes todos los acentos pero, sobre todo, inglés y español, aunque también ruso y lenguas asiáticas que no logro definir. Andando pienso que nos pondrán mantel en la cocina, y yo encantada, en los restaurantes es en las cocinas donde más me gustaría cenar, viendo a los cocineros trabajar y husmeando, si me lo permiten, entre las sartenes, planchas, hornos y cacerolas…Al fin llegamos al final del tren, pensé sería la cocina, o una sorpresa con mesa tras un túnel a orillas del Sena, pero no, llegamos al final de la galería donde nos espera mesa entre españoles y norteamericanos.

Las navidades también pueden ser estas fiestas familiares donde todos están obligados a soportarse aunque no se vean durante todo el año o aunque las tensiones obliguen a viajar y sentarse juntos a la mesa. Tengo frente a mí una película que dura todo el tiempo de la cena. Una obra de teatro filmado como aquella película terrible de Bergman, Fanny y Alexander de la que como siempre no recuerdo en detalle la historia aunque guardo la atmósfera. Es entre drama sueco de incomunicación o incomprensión y personaje de teatro no en monólogo sostenido. Él es norteamericano, occidental, educado, bilingüe ; ella es norteamericana de origen asiático. No logro comprender la discusión, es una suerte, aunque veo todo de manera silente lo que hace la escena aún más grotesca. Los hijos que son cuatro se miran desconsolados, alguna se tapa los oídos, otra se pone la capucha. El chico cena pragmático un primer y un segundo plato mientras conversa, cuando puede, animadamente con el padre que es el único que bebe vino. La mujer de un rostro cerrado pasa a un rostro espeluznante, es posible que tenga razones pero no creo que sea el momento. No sé qué podrá suceder entre ellos aunque me solidarizo con el hombre paciente que no regaña a nadie, cena y tiene palabras para todos repartiendo un poco de afecto entre los comensales. Llegan los pedidos, ella come vorazmente su asado sin levantar los ojos del plato mientras pica de los tagliatelles de la más pequeña sentada a su lado.

En estos lugares la comida es correcta si pides algo simple y lo acompañas con un buen vino. Durante las fiestas podrán terminarse en los almacenes las botellas de agua Evian o Vittel y deberás beber San Pellegrino con sus burbujas carbonatadas pero nunca faltará el buen vino de reserva.

Con la sangre en comunión salimos, tras desear bonnes fêtes, hacia Nôtre Dame que está a escasos metros. La zona del río está animada como de costumbre con vecinos, turistas, forasteros que vienen para la misa de las doce. La plaza está vallada y con acceso restringido como todos los monumentos concurridos de la ciudad. Vivimos con barreras de protección y pasando cordones de seguridad todo el tiempo. Los gendarmes examinan exhaustivamente el interior de los bolsos, mochilas y carteras con una pequeña linterna; luego piden abrir los brazos en cruz para pasar el detector, son eficaces y sonríen si haces algún comentario, los felicito y admiro que estén de pie con el frío protegiendo para que todo se desarrolle con tranquilidad y no haya que lamentar ningún problema.

La espera delante de la fachada de la catedral dura unos diez minutos. Me quedo mientras dan una vuelta alrededor del pino enorme que han instalado delante a pocos metros. La decoración es invernal, unas grandes bolas azules y blancas repartidas entre guirnaldas de pequeñas bombillas que dibujan unas líneas verticales. La cola avanza rápido, mucha gente entra y no se queda todo el tiempo de la ceremonia. La catedral está repleta y suena el órgano imponente acompañando a los coros en el canto de entrada. Adoremos, adoremos. El ambiente cargado y las vibraciones de la música, el humo del incienso me hacen pensar en un concierto de rock, aquel en el que escuchabas superstar mientras contaban los latigazos. Hay algo en las guitarras eléctricas de órgano catedralicio. La continuidad de occidente y de sus melodías conmovedoras, trágicas y vehementes. La música electriza. No puedo ver delante de la muralla humana que sigue de pie. Intento pasar por la nave lateral que está cerrada y custodiada aunque logro colarme y avanzar hasta el transepto donde me cortan el paso. Flota un aire sacro entre la estrella de Belén sobre el altar y la gran corona suspendida a la entrada sobre nuestras cabezas.

La liturgia del libro y de la palabra. La lectura del libro del profeta Isaías sobre el hombre que llega para combatir al tirano y su ejército, para traer la paz sin límites con el derecho y la justicia. El cristianismo como una idea justa y revolucionaria. Lectura de la carta de San Pablo a Tito sobre el sacrificio y el control de los placeres mundanos y, al final, el evangelio de San Lucas narra el censo que era un rito ciudadano de civilización romana; todos corrieron a inscribirse en sus ciudades respectivas y en medio de las diligencias de José, María pare en el establo porque no había sitio en la posada, así lo cuenta Lucas.

Hasta aquí todo es real y con referencias históricas sobre la dominación romana de Israel y toda la región hasta Siria. La historia es verosímil hasta la entrada del ángel que anuncia a los pastores la llegada del mesías y con él la salvación. La señal dada a los pastores es el encuentro del pequeño envuelto con pañales dormido sobre un pesebre.

Es magnífico el relato, la representación y la música, sin dudas tantas voces apuntando a unos hechos definitivos con sus fragmentos de ciencia ficción incluidos han mantenido durante más de dos milenios la transmisión de unos valores que, en realidad, es lo verdaderamente milagroso. Que el amor y la bondad hayan logrado vencer al mal en tantas guerras y conflictos. Que durante milenios hayamos tratado como especie de ser un poco mejores para iluminar donde haga falta. Además de toda la historia de la creación artística en la arquitectura, el arte y la literatura que se ha realizado en torno a este mito y su celebración. La religión debía estudiarse en las escuelas como historia de las religiones, como parte de la historia de las ideas en el contexto histórico específico en el que se han producido, para tratar de comprender cómo y por qué hemos llegado hasta aquí. Cómo y por qué hemos navegado tantos mares y seguimos viajando fuera de la órbita de nuestro planeta para seguir cada día enviando mensajes al espacio a la espera de una respuesta.

©2017 Maite Díaz González

Fragmentos-Diarios I

Fragmentos - Diarios I. Fotografías y textos de Maite Díaz González
Fragmentos-Diarios I Paisajes / Objetos 
  Fotografías y textos de Maite Díaz González

En el enlace puede descargar la edición en formato pdf del libro-catálogo Fragmentos-Diarios I que recoge imágenes y textos que han sido publicados en el blog y que funcionan como piezas texto-imagen. Un diario gráfico y textual. Además aparecen algunas piezas de otras series fotográficas. La edición ha sido concebida como un catálogo por necesidades puramente administrativas.

Inventarios 1. Ensayo en blanco y negro

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Albert Camus

Albert Camus, lee un fragmento de sus palabras en la entrega del premio Nobel.

El lunes 4 de enero de 1960, hace 56 años, moría en un accidente regresando a París desde su casa en Lourmarin, en la Provence. Viajaba con su amigo Michel Gallimard que muere cinco días después. Llevaba con él en un maletín el manuscrito de «El primer hombre». Su último libro, autobiográfico, escrito durante varios años y que no llegó a terminar.

En el fragmento habla sobre la verdad, la deslealtad; de las sociedades y sus élites, las mascaradas difíciles para alguien que, como Camus, no pudo nunca vivir en la simulación. La lealtad a sus orígenes, a su país natal. Explica qué es para él el oficio de escritor y define a quiénes  le rodean en los ambientes intelectuales donde «los reflejos han sustituido a la reflexión, se piensa a golpes de slogans, como el perro de Pavlov babeaba al sonido de las campanas», y, «donde la maldad a menudo trata de pasar como inteligencia.»

Sus palabras al recoger el nobel son un manifiesto ético que sigue iluminando la actualidad.

París, homenaje a las víctimas de los atentados

Paris, Place de la République

Paris Place de la République hommage aux victimesParís, Plaza de la República. Homenaje a las víctimas de los atentados del 13 de noviembre del 2015. © Maite Díaz González

París

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Saint Denis, el 21 de noviembre. Fotografía Maite Díaz González

Llegamos a París por la tarde, desde el norte por la A1. Llovía y las nubes grises y espesas se perfilaban con la luz intensa del sol de otoño que iluminaba los campos, los perfiles espumosos de las fábricas, las fachadas de los edificios de HLM que dan a la carretera y han sido restaurados en los últimos años. Pocos minutos después apareció a la derecha el gran disco blanco del Stade de France y sus puertas que alcancé a ver, R, S…Al otro lado de la carretera frente al estadio, un edificio alto ha desplegado sobre su fachada el disco blanco con el dibujo de la torre Eiffel, como el símbolo del Peace and Love de los sesenta y que se ha convertido en estos días en el símbolo cultural de lo que París representa como ciudad occidental capital de la libertad, de la alegría de vivir, de la vida urbana de los sitios en los que se encuentran los amigos, las familias, los amantes; las mujeres y los hombres que, en sus rituales diarios intercambian sus experiencias y sus historias en el bistrot (bar), la brasserie (restaurante) tradicional o el pequeño restaurante del barrio; esas instituciones civiles de la calle en las que confluyen muchas personas llegadas desde cualquier lugar del planeta. París es esto, la efervescencia de la realidad del mundo en su diversidad y en sus contrastes.

Llovía con fuerza y algo de viento. Entramos en un bar al lado del teatro Olympia para tomar algo. Las terrazas vacías, en el interior, las mesas y la barra estaban animadas. La fachada iluminada con sus letras rojas mantenía la programación como han hecho las salas de espectáculos de la capital. La Ópera Bastilla abría sus puertas con nuevas medidas de seguridad. Los actores y los propietarios de las salas han decidido que el miedo no puede adueñarse de los espacios culturales que son los objetivos de los atentados islamistas. Entre los más jóvenes ha sido un éxito la campaña «Ce soir au bistrot» (Esta noche en el bar) lanzada en las redes sociales y que ha reunido a decenas de jóvenes que piden hacer ruido, mientras brindan con sus vasos de cerveza, sus copas de vino y se niegan a cambiar sus rituales de civilización frente a la barbarie de una ideología religiosa que no ama la música y que no disfruta de los placeres de la vida como el buen vino. Una campaña que debía llevar inscrita uno de los tantos versos que dedicó Omar Khayam al vino en su Rubaiyat, escrito en el siglo XI y que los ignorantes de su propia cultura desconocen, o peor aún, condenan desde su idea absurda del mundo.

Llueve tras los cristales y gruesos goterones dibujan la ciudad que se recoge. La lluvia como una lupa aumenta los contrastes entre la calle y los interiores. París se ilumina para las fiestas de la navidad como aquella imagen que leí en algún momento, la de la catedral durante el medioevo, como una linterna en la noche. El paseo por la rue Saint Honoré, donde todas las boutiques están abiertas, lejos han quedado los sucesos del día de Saint Barthelemy, las guerras de religión no son más que la historia de lo que no podrá volver a suceder jamás. Luego, doblamos hacia Rivolí, sus soportales llenos de tiendas y de turistas, para desembocar en el paseo de los Elíseos engalanado para el mercado de las fiestas que se avecinan. El Marché de Noël ha crecido este año y las medidas de seguridad son draconianas. Sigue lloviendo con fuerza y muchos de los bungalows de madera abiertos e iluminados están vacíos de clientes y paseantes. La ciudad que ha perdido una parte importante de sus beneficios comerciales en la última semana, va retomando su ritmo, inmersa en la tragedia de los atentados, en los homenajes a las ciento treinta víctimas, en las medidas del estado de urgencia; resuelta a resistir a la barbarie porque la luz aquí encendida no ha dejado nunca de crecer.


Gracias a ZazOfficial y a mi amigo A.Y que me ha enviado la música

Charlie Hebdo defendiendo la libertad de todos

 Je suis charlie
La calle vacía y solo la niebla, las siluetas negras y el ruido ensordecedor de los disparos. Un acto cobarde, atroz. La masacre de un grupo de periodistas y dibujantes en el centro de París, que, como decía Wolinski, asesinado hoy, como un resistente, podían ser «feroces» con sus lápices y su ingenio, pero nunca, malvados. Hoy han atacado a la libertad de todos en Francia, país en el que desde hace siglos las libertades y su ejercicio han configurado una cultura y legado unos valores a la civilización. Las plazas se han llenado de ciudadanos para condenar el acto innoble y brutal. La gente ha salido sin miedo ante el terror. La responsabilidad de todos, unidos, ante la barbarie. La libertad de expresión y la libertad de la prensa, sagradas, como repiten tantos periodistas franceses. O los políticos, que prefieren un exceso de caricaturas a un exceso de censuras. La libertad de pensar y criticar para hacer de la sátira un medio divertido para mejorar la sociedad y la política. Escuchaba a Charb, el director de Charlie Hebdo que ha vivido con protección en los últimos años, hablar de la pedagogía del humor en la medida que los temas fueran más complejos, como la guerra. Asesinados por preferir morir de pie que vivir de rodillas, así dijo hace algún tiempo, avisando que no quería ponerse trascendente, pero ha muerto como un hombre libre, dibujando, pensando y riendo libremente contra la intolerancia, contra la dictadura terrorista y su censura que pretende borrar los valores de la democracia.  Charb, Wolinski, Cabu, Bernard Maris, Tignous y todos los colaboradores de Charlie Hebdo, asesinados, combatiendo por la libertad de expresión. Reunidos en comité de redacción, como cada miércoles, defendiendo la libertad de todos.

© 2015 Maite Díaz González

Homenaje a los soldados de la Gran Guerra 1914-1918

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Museo de la Gran Guerra de Meaux    © 2011 maite díaz gonzález

 

François Hollande ha inaugurado hoy 11 de noviembre durante las conmemoraciones del fin de la Primera Guerra mundial un Memorial Internacional: l’Anneau de la Mémoire, (el Anillo de la Memoria) un monumento dedicado a los soldados muertos en combate durante la Gran Guerra en la zona de Flandes y l’Artois.

Horas antes de la ceremonia vimos desfilar en el telediario una avioneta ligera que apareció en el cielo azul y despejado con una especie de banderola publicitaria en la que pedían: Hollande dimisión. Los helicópteros de la armada obligaron al aviador a descender. El presidente atraviesa por una crisis política de credibilidad y aunque estos actos políticos son también de comunicación, las tensiones sociales y la oposición no escatiman medios y espectáculo para expresar su desacuerdo y sus deseos.

La obra del arquitecto Philippe Prost, vista desde el aire es una línea que se dibuja en forma de elipse sobre un prado de topografía irregular, parte de su estructura volada sobre el vacío evoca «la fragilidad de una situación de paz inédita en la historia del continente», explica el arquitecto.

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