I
La primavera del año 13 ha sido fría y lluviosa. Pavo real en la charada (china) cubana. El viernes, y hoy sábado, han sido dos días espléndidos de sol y cielos despejados con la brisa marinera del río que corre junto a ese otro río de gente alegre y bulliciosa como «pájaros en la playa». El barrio de la estación George V, en los Campos Elíseos, la primera línea del metro de París que atraviesa la ciudad de este a oeste, es una zona comercial y lujosa donde se reúnen las tiendas, restaurantes y hoteles más caros. En las aceras amplias se produce el espectáculo del lujo, los parqueadores y los porteros de uniforme junto a la gente en las terrazas refrescándose al sol. La gente ociosa y los ejecutivos contrastados imprimen tiempos diferentes. En las calles el ritmo es frenético, con la luz la sensación es que la ciudad se acelera y abandona, por unos días, su pátina melancólica. «Los días grises de París». En éste barrio, en una calle estrecha entre dos grandes avenidas, abrigado a la sombra está el Instituto Cervantes donde se celebró un «coloquio-homenaje internacional» sobre la vida y la obra de Severo Sarduy. Organizado por las universidades de Berna y Cergy-Pontoise, dentro de un ciclo titulado, «Europa-América Latina: ¿nuevas miradas, nueva cartografía? Desde el 5 y hasta el sábado 8 de junio se reunieron en Europa académicos de las universidades mencionadas, junto a otro grupo de estudiosos de la obra de Severo Sarduy llegados desde España, Estados Unidos, Alemania, Argentina y México.
Las conferencias a lo largo de la jornada del viernes fueron tocando temas sobre literatura comparada o teoría de la literatura. La recepción y las influencias de Severo Sarduy en los poetas argentinos a partir de una encuesta realizada por el escritor e investigador Edgardo Dobry que, leyéndolas, no pudo evitar sonrojarse con algunas de las valoraciones recibidas que a Severo le habrían ofrecido material sonoro para algunas de sus salidas humorísticas; o los mails de los editores mexicanos relatados por el escritor y crítico Christopher Domínguez Michael, a propósito de las colaboraciones enviadas asiduamente por Severo Sarduy y sus relaciones con la revista Vuelta y su director Octavio Paz. Sobre las relaciones con los editores y las editoriales, en general, su amigo François Wahl precisó que le había sido siempre difícil encontrar editor para sus novelas.
Una de las intervenciones más interesantes sobre la obra de Severo Sarduy fue la conferencia dedicada a la creación radiofónica del escritor. La investigación de Anke Birkenmaier de Indiana University se titula: «Sarduy y la radio». Entre 1970 y 1976 el escritor trabajó en París para RFI, (Radio France Internationale) como periodista de divulgación científica. En una de sus ocurrencias humorísticas relacionada también con su gusto por el travestismo y las trasmutaciones, el escritor se definió como una «Juana de Arco electrónica, como la Santa, oigo voces y escribo para éstas voces». La influencia del teatro del absurdo de Artaud y de Samuel Beckett en el concepto y enfoque en una sola imagen poética, es una idea fundamental que apuntó la investigadora. Sobre este tema habría también que añadir las investigaciones y los contactos con el movimiento abstracto concreto y cinético, las exposiciones que visitaría el escritor-pintor en la galería de Denise René de Saint Germain de Près.
Una sugerencia que me atrevo a señalar es la influencia del movimiento abstracto en La Habana de los años cincuenta como una propuesta creativa e intelectual en contrapunto con los dogmas y definiciones del canon cubano en la literatura y las artes plásticas que, con la fundación de la República y el desarrollo de un nacionalismo político se fueron convirtiendo en sujeto programático. Los años habaneros de Severo Sarduy, su familia y las tertulias en su casa, su primo, el pintor abstracto Julio Matilla, hombre culto y viajero, -reside desde los años sesenta en el sur de Francia- son también pistas a recorrer para guardar la memoria de una ciudad vigorosa, creativa, cosmopolita y dinámica en la que los mass media (radio y televisión, en los cuarenta y cincuenta respectivamente) tuvieron una influencia importante en la cultura. La influencia norteamericana en el desarrollo tecnológico de las comunicaciones, la prensa y la publicidad son un tema a explorar. Las series de novelas radiales como el Derecho de nacer, resultó un fenómeno de sociedad en la cultura popular. La importancia de lo sonoro en la obra de Severo Sarduy, relacionado a la comunicación radiofónica pienso tiene sus orígenes en el desarrollo tecnológico y la innovación que alcanzaron estos medios en La Habana y en la Cuba de la década de los años cincuenta de la que practicamente no se habló en las conferencias.
La relación de lo visual y lo sonoro y de la pintura en su escritura radiofónica. La voluntad de crear imágenes, ambientes y sensaciones. La materialidad de la voz, la palabra hablada y su sensualidad son sensaciones que quizás Severo Sarduy descubrió en su infancia camagüeyana, en el español bien articulado y de pronunciación cuidada de su ciudad natal y en sus años de formación intelectual y cultural en La Habana. Además de la influencia de la poesía concreta y de las vanguardias y los modernos, la sensibilidad individual se dibuja en los primeros años, en el mundo de la casa y de la familia que para Severo Sarduy fue un eje fundamental.
La sensibilidad sonora de la lengua, la curiosidad fonética y la investigación sobre los orígenes de su apellido. El ritmo de los acentos y su seducción. Severo Sarduy definía el acto de escribir como una energía sexual relacionada al ritmo y al movimiento. Durante una entrevista con Soler Serrano en la televisión española, Sarduy confesaba que bailaba para escribir y que su trabajo no tenía ninguna relación racional, su objetivo era seducir cuando escribía, provocar sensaciones, no contar historias. En éstos conceptos creativos se observa la interrelación entre la creación pictórica abstracta y la escritura. También lo automático de la tradición surrealista que tuvo tanto arraigo entre los poetas Roberto Branly y Fayad Jamís contemporáneos de Severo. Lo sensorial, la seducción, el signo, el impacto y la sutileza. Lo efímero en la materialización de lo visual en la palabra hablada. La disposición a la fuga.
Anke Birkenmaier leyó el comienzo de la pieza «En la Playa» como una polifonía de colores. Las primeras palabras son: amarillo, rojo, azul, una exaltación de la tríada primaria que va matizándose en una escala tonal. En el programa de conferencias del coloquio el director del Instituto Cervantes, el escritor y crítico de arte Juan Manuel Bonet dedica su intervención del sábado a ésta relación entre la pintura y la escritura de Severo Sarduy: «Giorgio Morandi y Mark Rothko: divagaciones a partir de dos sonetos de Severo Sarduy», esperamos que el coloquio pueda ser consultado en alguna publicación.
II
En la tarde del viernes, para cerrar las conferencias de la jornada fue invitado el escritor Juan Goytisolo para una conversación moderada por los organizadores principales del evento: Gustavo Guerrero y Catalina Quesada. Se hicieron una foto de grupo con Juan Goytisolo todos los investigadores invitados y quedamos pocas personas en la platea del Auditorium, es una pena que un evento como éste no haya tenido mayor difusión.
Las palabras del amigo escritor son imprescindibles. Un retrato cercano y luminoso sobre una amistad que duró toda la vida parisina de Sarduy, años en los que compartieron amistades en el París literario con sus plenitudes y sus miserias. Una amistad en la que lo más importante fue la literatura pero también la vida de la juerga y el humor que tanto disfrutaba Goytisolo. Recordó los encuentros, la seducción de la cultura oriental apreciada en París y que le hicieron viajar a Tánger con asiduidad. Las provocaciones de Sarduy al que su culto sensual, su orientalismo y su desparpajo lo llevaron a pasearse desnudo por las páginas de Cosmopolitan. La anécdota de Goytisolo en una universidad newyorquina explicando –muy académico- la complejidad barroca del lenguaje de Severo, mientras los alumnos se pasaban la publicación con las fotos del escritor «encueros» fue muy divertida y contada con la gracia de un hombre libre, sin prejuicios y encantador. Pidió a los alumnos compartir el buen humor y las risas que provocaban el paso de la revista, la sorpresa, y luego, de regreso a París la historia contada de las travesuras de Severo que tenía el don de hacerle olvidar de inmediato el mal humor, tan español. Hombre riguroso en su trabajo, Severo, según nos cuenta Goytisolo, no se tomaba en serio.
Una conversación inolvidable, Goytisolo, regresó a una época convulsa en los medios intelectuales y artísticos de fines de los sesenta en un París marcado por Sartre y el 68, el maoísmo y la revolución cubana. Un coctel explosivo. Una media hora de repaso de la literatura española e hispanoamericana y de todo lo que se cosió desde las tramas complejas de las relaciones, afiliaciones, afinidades y fobias de unas generaciones confrontadas en el plano intelectual y político. Goytisolo dejó claro que a Severo Sarduy la política no le interesaba aunque había elegido el exilio, «me fui quedando» y nunca regresó a Cuba; no mantuvo una relación enfrentada aunque sí confrontada con la Revolución cubana. Defendió a Lezama Lima y a Reinaldo Arenas desde su labor de editor en Seuil, y trabajó para que los dos escritores fueran traducidos y publicados en Francia.
Goytisolo recordando La Habana. La ciudad de fondo como un rumor. La ciudad y la isla que abandonaron a Severo que intentó regularizar su documentación y le negaron la posibilidad si no regresaba, así recordó Cira Romero, investigadora invitada de la Universidad de La Habana; en su texto largo y minucioso, con un tono épico muy cubano y por momentos conmovedor, realizó una semblanza biográfica y un recorrido por la familia, su madre y su hermana Mercedes, las primeras colaboraciones y publicaciones en Cuba, su relación con la revista Ciclón y su editor y dueño José Rodríguez Feo y Virgilio Piñera que publican su primer poema cuando vive todavía en Camagüey. El orientalismo y su interés por el Budismo y la India desde sus años camagüeyanos. Colaboraciones en el Diario de La Marina auspiciado por Jorge Mañach. La relación con los poetas Rolando Escardó, Fayad Jamís y Luis Marré con el que maquetaba en su casa de San Francisco el Diario Libre*. La relación con Lezama muy atacado por Cabrera Infante desde Lunes de Revolución y sus colaboraciones para el programa televisivo Lunes en TV. Severo entre dos aguas.
Como no podía faltar la figura del agente, Sarduy también fue acusado de espía al servicio de Cuba. En la publicación de los textos de Conducta impropia que fueron censurados en el documental, del que también fue excomulgado, Severo Sarduy escribe con rigor científico hilando desde la antropología estructural su explicación de lo cubano. Rafael Rojas comentó éste texto en su intervención para resumir la cosmología de Severo Sarduy y su rechazo del nacionalismo que fue una constante de una generación de intelectuales y artistas a los que la institución del canon comenzaba a asfixiarlos. En síntesis, Severo define la Revolución como un psicoanálisis colectivo, un revelador que muestra unos orígenes culturales resumidos en la herencia inquisitorial española y el tribalismo africano que exigen desde la arrogancia, definiciones, posiciones, conductas morales y conductas políticas propiciando la censura, vehiculando el machismo y la homofobia.
Su amistad con Roland Barthes, Julia Kristeva y su estudio del lenguaje y el estructuralismo francés dotó a sus ensayos de la síntesis y la profundidad de una mirada desprejuiciada, esa dureza al juzgarse a sí mismo que apuntaba Cira Romero es la que analiza las esencias desde su teoría de los estratos que mencionó Rafael Rojas. Cuba como una superposición de estratos, como definía Sarduy la orquesta cubana en la que el instrumento de viento (chino) organiza el conjunto desde una posición central pero oculta, junto al texto (español) y a la percusión (africana) que marca el ritmo. Cuba en la que lo sonoro, lo musical, lo efímero e intangible ha logrado realizar la síntesis en lo inmaterial.
Recordó Goytisolo a Cortázar mientras contaba las divergencias entre Octavio Paz, Vargas Llosa, Cabrera Infante y Carlos Fuentes, cuando el argentino y García Márquez adoptaron una posición oficialista frente al caso Padilla.
Escuchándole fueron pasando las personas que mencionaba y las que no. Belkis Cuza Malé, Manuel Díaz Martínez, Pablo Armando Fernández, César López, Roberto Branly, Fayad Jamís… Los escritores de la generación de los cincuenta. En paralelo el salón de Mayo que fue el último evento internacional del occidente libre en La Habana, antes de la sovietización total del socialismo real.
Aquella anécdota de mi padre en el cine La Rampa, que fue también galería y donde se enfrentaron durante el Salón de Mayo, Siqueiros representando el ala comunista cubano-mexicana, junto a Portuondo y el pintor y muralista discípulo del pintor mexicano, Orlando Suárez que fuera rector y profesor del Instituto Superior de Arte de La Habana, contra el pintor Antonio Saura y otros artistas críticos con los partidos comunistas pro-soviéticos que eran todos en aquella época. La versión en La Habana del diálogo de Cohn Bendit con Aragon sin la diplomacia y la sutileza. Siqueiros, en un rapto estalinista salió gritando: Vive le Parti comuniste!, en francés, para que le comprendieran bien, estaban en el Salón de Mayo habanero y junto a Saura iban otros artistas españoles y parisinos.
Goytisolo y los años de sus viajes, tres, hasta el último en 1967. La Casa de las Américas y su politburó caribeño, así la recuerda y describe Goytisolo; aquellos años del ostracismo de una generación, del silencio, los miedos y las desconfianzas. Y todavía algunos cínicos u optimistas lo llaman «el quinquenio gris» como si aquella asfixia se hubiera producido solo durante cinco años. El cerrojo del caso Padilla siguió a la farsa. Aquel día Lezama decidió quedarse en su casa, dónde mejor ante la opción de una encerrona. Digno, no se presentó, resumió con tranquilidad Goytisolo.
La conversación entre Goytisolo y Sarduy es imprescindible para establecer el diálogo, la posibilidad de la afinidad aunque no se compartan posiciones exactas o estrategias políticas, relación posible solo en un espacio donde se respetan las libertades. Sarduy siguió siendo su amigo aunque no tomó posiciones en ningún bando. La magnitud de la monstruosidad que cristalizó y paralizó a una generación. El secuestro.
El tiempo de La Habana de los sesenta y aquella extraña luz de la infancia; los escritores castigados trabajando para la radio, censurados y sin poder publicar. La destrucción del Teatro Guignol y sus fundadores, los hermanos Camejo. Antonia Eiriz. Joaquín Teixidor, el periodista amigo de Cabrera Infante, olvidado en una oscura imprenta cerca de la terminal de trenes. El éxodo de los amigos de mi padre, pintores, escultores, escritores: Fernando Luis, Tomás Oliva, Alvarez Bravo, ese tiempo importante que es necesario recuperar para comprender. Una generación que se va apagando, llevándose con ella la experiencia y la memoria de lo que ya no existe. En Cuba la tradición memorialística es limitada, es posible que la teoría de los estratos de Severo Sarduy, sea también la de la sucesión de olvidos y el eterno retorno del primer hombre. Periodos de plenitud y devastación, ciclos extremos. La discontinuidad como una constante cultural.
La figura lenta y elegante de Cortázar por las calles del Vedado, joven, con su gabardina y su rostro de torero, y luego ya mayor y muy enfermo. En la sala de exposiciones del Instituto Cervantes, se despliegan en una muestra dedicada al escritor argentino, publicaciones, libros dedicados, ediciones de arte, correspondencias, pinturas y dibujos de sus amigos en su colección. Ninguna foto de La Habana, aquellos retratos tan buenos de Cortázar y Lezama sentados en una terraza de la Plaza de la Catedral que les hizo el Chinolope. La Olivetti muda en la vitrina, rígida y azul; sin ver la marca italiana, el objeto, hoy parece un artefacto soviético. Ninguna referencia fotográfica de Severo Sarduy, salvo el afiche de la entrada, tampoco sus publicaciones o imágenes de su casa donde vivió más de treinta años, o de sus pinturas. Severo intangible, inmaterial y sonoro. Libre, inaprensible.
© 2013 Maite Díaz González
Apostilla de Manuel Díaz Martínez
“Severo Sarduy en el año trece” es el título que Maite Díaz González da a la entrada que, en su blogFragmentos-Diarios, dedica a reseñar el coloquio que el pasado día 8 se efectuó en el Instituto Cervantes de París con motivo del homenaje internacional a Severo en el vigésimo aniversario de su muerte. Maite cita en su reseña unas palabras que la investigadora Cira Romero, del Instituto de Literatura y Lingüística y la Universidad de La Habana, pronunció en dicho coloquio. Según la doctora Romero, Sarduy “maquetaba en su casa de San Francisco el Diario Libre” en compañía del poeta Luis Marré. Esto es una fábula. En Diario Libre, Severo, Frank Rivera, Raimundo Fernández Bonilla y yo dirigíamos, y noche tras noche hacíamos, en la redacción de ese periódico, la página cultural del mismo, que se titulaba “Arte y Literatura”. Nuestros nombres aparecían en la cabecera de la página. Ni Severo era maquetador de Diario Libre, ni si lo hubiera sido habría podido maquetar el periódico en su casa, ni Marré trabajó en nuestro equipo.