Archivo de la categoría: Arquitectura y urbanismo

La Habana: urbanismo e ideología

Cuando la ideología y la política -politiquera- diseñan los espacios urbanos los resultados estéticos se ponen al servicio de cualquier cosa menos de hacerle agradable la vida a los ciudadanos.

En los últimos días hemos visto nuevos proyectos urbanísticos en este espacio del barrio del Vedado junto al Malecón, para situar con precisión, en lo que fue un parque que se sitúa frente a la embajada de los Estados Unidos en La Habana. El proyecto inicial es coherente pues respeta el espacio y ofrecía un urbanismo que integraba el parque y una fuente invitando a pasear. El edificio racionalista aunque es un volumen importante ha sido construido en perpendicular a la línea de la costa, esta disposición lo dota de dinamismo, además de la solución de hormigón y cristal que aligera la estructura convirtiéndola en una hoja transparente. Las áreas exteriores son líneas puras abiertas, no hay tapias o muros que aíslen a la construcción que se inserta en la fluidez de la avenida rápida del Malecón, con sus seis vías, y la calle Calzada.

Esta imagen muestra la construcción del parque original, que estaba constituido por una fuente, un espejo de agua, discreta. La forma curva debe ser la pieza fundida o el encofrado para fundir el puente. A los niños nos encantaba atravesar de un lado al otro. Tenía césped, era muy sobrio, acentuando la horizontal, respetaba un espacio casi vacío, una perspectiva que está muy bien porque hay varios edificios altos muy cerca de la costa. Este espacio es una burbuja de aire y libertad en la ciudad y en el recorrido del paseo del Malecón que en varios tramos rompe la continuidad constructiva para abrir grandes espacios de parques y dos complejos deportivos.

Es una pena todo lo que han hecho pues han convertido un espacio urbano esencial en tribuna política desfigurando el espacio en todos los proyectos sucesivos que han hecho, sin respetar un área de parque, un espacio de ocio colectivo y de tranquilidad tan necesario en cualquier gran urbe. Esperemos que el parque y la fuente original que aparecen en esta imagen, algún día puedan ser restaurados.

© 2021 Maite Díaz González

La Habana y la tala indiscriminada de sus árboles centenarios

¿Cómo es posible que estén talando los árboles de la ciudad de La Habana? Si algo permite soportar la miseria del abandono y la destrucción urbana en algunos barrios de La Habana es el verde de la vegetación, de los árboles. Ese verde tiene una función positiva para el clima y también para la psiquis de los habitantes de la ciudad.

¿Quién es el responsable de esta barbarie? ¿Quién responde a la ciudadanía, al menos de la La Habana, que lleva días compartiendo las fotografías de la tala de árboles centenarios? Esto es un crimen, talar un árbol sin que haya una razón de peligro para la vida de los transeúntes es un daño de un impacto ecológico considerable.

No sé si existen los movimientos ciudadanos para la protección de árboles y jardines y la vegetalización de los muros de los espacios donde después de los derrumbes quedan las ruinas o el vacío. O las azoteas para crear huertos urbanos.

Alguien desde la administración metropolitana debía responder a la ciudadanía. He escuchado comentarios de que están talando para hacer carbón que le venden a Canadá. Juro que me cuesta creerlo, pero si fuera cierto habría que enviarle un mensaje al Sr. Trudeau, tan preocupado por la ecología, para que no compre el carbón miserable producido con la tala de árboles urbanos centenarios.

15/04/2021

Maite Díaz González

El desafío tecnológico de la reconstrucción de Nôtre-Dame

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Vista lateral de la Catedral de Notre-Dame. París, 2013. © maitediazgonzalez

Un artículo de Frédéric Épaud, especialista de las estructuras en la arquitectura medieval.

Frédéric Épaud hace un análisis sobre la posibilidad de reconstruir Nôtre-Dame recuperando las técnicas tradicionales de la talla de la madera, saberes y oficios prácticamente olvidados. El artículo es una joya por todos los datos analizados sobre las maneras de construir y sobre la explotación de los recursos forestales de manera sostenible desde la Edad Media.

«El verdadero desafío tecnológico que representa la reconstrucción de Nôtre-Dame no es hacer una estructura high-tech con materiales contemporáneos, algo que sabemos hacer muy bien en aeropuertos y estaciones, sino poder realizar una estructura en roble respetando las técnicas tradicionales.»

Tras el incendio que destruyó la estructura de madera medieval realizada hace ochocientos años con madera de robles de los bosques próximos a la ciudad de París; Frédéric Épaud, analiza las ideas que se han difundido sobre la reconstrucción de la Catedral de Nôtre-Dame utilizando los materiales originales y, sobre todo, las técnicas tradicionales que, en su opinión, deberían ser rescatadas realizando una gran escuela taller al pie de la catedral para poder tallar con hacha los robles como lo hicieron los artesanos hace ocho siglos.
La talla con hacha de robles de entre 25 y 30 centímetros de diámetro y doce metros de altura garantizaría que la estructura podrá soportar sin problemas el paso de otros ocho siglos. El especialista explica que se necesitarían aproximadamente 1000 robles que podrían encontrarse en los vastos bosques franceses sin que ello significara ningún problema de impacto ecológico.
Esta técnica a partir del tronco entero talado y tallado con hacha sin utilizar sierra garantiza que la viga no sufrirá deformaciones y que las curvas naturales puedan ser utilizadas en la estructura.

Enlace al artículo del investigador Frédéric Épaud, en Le Journal del CNRS

Charpente de Notre-Dame : stop aux idées reçues !

https://lejournal.cnrs.fr/billets/charpente-de-notre-dame-stop-aux-idees-recues utm_term=Autofeed&utm_medium=Social&utm_source=Facebook&
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París 1953, José Antonio Díaz Peláez y Tomás Oliva

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El edificio intemporal -como la buena arquitectura de la tradición oriental- se eleva y fluye con ligereza. El cuerpo está montado sobre columnas y los muros son transparentes como las galerías de La Coruña que  sorprendieron alguna vez al arquitecto. El asombro en el puerto gallego formaba parte de las historias contadas de mi padre que admiraba la obra de Le Corbusier, su sentido del espacio, la síntesis y la visión integral de los volúmenes y el espacio. Más, alguna magia secreta de los números, los módulos y las proporciones. Los jardines se mantienen con los setos bajos y rectangulares como aparecen en la fotografía tomada en 1953. El edificio realizado en 1931 se conserva como si estuviera acabado de construir,  los árboles bajos han crecido y el rectángulo aéreo flota en un jardín suavizando sus  aristas más rotundas.

Cuántas veces habremos visto juntos esta y otras tantas fotografías y documentos. Recortes de prensa, catálogos y notas amenizados por sus historias y sus anécdotas. Fragmentos de una memoria y una vida viajera dominada por l’errance. Los viajes. La máxima sobre el camino, más interesante que la posada. Conversábamos mucho en casa.  Un espacio al que llegábamos para sentarnos a orillas de un lago transparente, apacible y profundo. Siguiendo la tradición converso con Elisa y trato de que fluya la memoria familiar para que el espejo del lago sea un manantial sereno, un relato que también deberá acompañarla. La historia de una familia marcada por los cortes bruscos de los acontecimientos contra los que nada o casi nada podemos hacer. Las guerras, las revoluciones, las dictaduras, las injusticias. Las memorias van ocupando un espacio, mezcla de olvido y elección. La experiencia sería el proceso en el que también cartografiamos para transmitir,  y, con el tiempo, vemos cómo se repiten ciclos entre las generaciones, y cómo el golpe regresa en el tiempo para avisar, como si la vida pasada, como si la experiencia de las generaciones anteriores no hubiera sido suficiente para comprender.

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Museo de la I Guerra Mundial (1914 -1918)

El 11 de noviembre se conmemora el aniversario de la victoria y la firma del Armisticio de la Gran Guerra. En la ciudad de Meaux al noreste de París, -a media hora desde la Gare de l’Est-  el presidente Nicolás Sarkozy inaugurará mañana el Museo de la Gran Guerra, un centro dedicado a la memoria y la reflexión sobre las causas y consecuencias que provocaron éste conflcto que marcó el comienzo del siglo XX.
El Museo ha sido emplazado en los terrenos aledaños al monumento donado a Francia por los Estados Unidos en 1932. El espacio a las afueras de la ciudad fue declarado monumento histórico hace algunos años. En un prado está emplazada una pieza escultórica monumental, «La Liberté éplorée» del escultor norteamericano Frederick Mac Monnies (1863-1937) dedicada a recordar a los soldados caídos durante la Batalla del Marne.

Notas del verano (I)

Vista del puente Millau en Aveyron, FranciaViaducto Millau diseñado por Norman Foster. Fue construído por piezas y luego ensamblado en el lugar cumpliendo todas las normas sísmicas. © 2011 Maite Díaz González

Atravesamos Francia como cada verano. La mañana es fresca y la carretera se borra entre bancos de niebla. A ratos, el paisaje más allá del asfalto se dibuja con imprecisión y entre las veladuras como gasas más o menos densas, aparecen las vacas, los viñedos de la Loire disfrutando de las últimas semanas de estío antes de la vendimia. Los viticultores agradecen la luminosidad del verano, de la luz depende el dulzor de las grapas y la calidad del vino. Otros espacios del paisaje lo ocupan los campos de trigo segados y sus líneas ritmicamente regulares. La trama se adapta a la superficie curva como las decoraciones primitivas esgrafiadas sobre la arcilla. Después de bajadas espectaculares y tramos hermosos bordeando las montañas aparece el puente Millau. Tras una curva sobre el valle, entre dos colinas, desfila una línea horizontal sobre la que descansan siete mástiles y sus tensores que dibujan a su vez siete triángulos divididos simétricamente. El diseño luminoso de Foster, el dibujo de las líneas diagonales de los tensores vibra con la luz y el efecto óptico desde la perspectiva y la velocidad los aplana o los hincha como si fueran veleros o un gran barco de siete mástiles suspendido. Pasando el puente recordé cuando atravesé a pie el puente de Williamsburg en New York, el asombro ante aquella estructura antigua y sorprendente.  O los puentes romanos bien puestos que siguen desafiando al tiempo. Millau, descendiente de aquellos puentes que aún fascinan, es ligero, transparente como una pasarela panorámica construída con un hormigón liso, poderoso, delimitado por unas barreras de metal y metacrilato transparente,  y al centro, la estructura de finos tensores de acero simétricos a ambos lados de un eje. Alguna vez hacemos el recorrido por abajo entrando al pueblo por el valle y vemos sus líneas breves dibujarse en el paisaje. La decisión de su construcción fue precisamente para liberar a Millau de la circulación monstruosa del verano y ha resultado una atracción y un punto de comercio para los productos gastronómicos de la región.

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París a pie (I)

Paris, peniches en la rive droite

En la costa de La Mancha se registraron ayer treinta y cuatro grados. Llega el calor seco y exótico. Sudar. El cielo azul sin nubes es algo extraordinario. Sólo las líneas blancas de los aviones y alguna nube pequeña como un borrón feliz. Un plano azul de fondo para las grandes cúpulas de cristal y hierro del Grand Palais o para los decorados barrocos y los oros altos de los caballos alados.

Los barcos, la espuma, los trazos de burbujas y los toques de luz vibrantes en las ondulaciones tranquilas. En las naves pequeñas las mujeres van en la proa dorándose al sol y los hombres al timón. Los contrastes de la gente y su sombra animada se dibujan con la nitidez del verano. La hierba cuidada y verde permanece húmeda a la sombra de los castaños enormes.

churchill_jardins_du_grand_palais_maite_diaz_gonzalez2011webEncuentro a Churchill en marcha, a pie de calle avanza entre los árboles. De espaldas y envuelto en su abrigo largo y oscuro, parece un oso bueno. Un poco más grande que el natural pero sin pedestal y a la sombra de un pino. El retrato monumental humanizado por una escala amable, sin gritos. La gente se refresca metiéndose en la fuente a los pies de Churchill o descansando sobre la hierba bajo los frondosos árboles.

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En la avenida que bordea el Sena, en la parte alta, los castaños recortados dibujan dos murallas verdes en dirección a la Plaza de la Concordia. Atravieso la plaza en bicicleta. Desde el puente, el sonido de los barcos, el bullicio y las narraciones de los guías en chino son las más sonoras. Los asiáticos son los únicos que llevan sombrillas para protegerse del sol en París.

Recorrer la ciudad siguiendo el río desde la perspectiva baja del canal engrandece las proporciones y los edificios. Paseando en bicicleta llevas un estatus privilegiado e independiente de transeúnte entre motorizado y peatón que se adapta a las aceras amplias o a la calle.

El río en verano mueve miles de personas, es una industria dinámica y competitiva. Las diferentes empresas turísticas de transporte fluvial -los Bateaux Mouches con sus barcos modernos de dos pisos, Les vedettes de París con un diseño más tradicional o Mississippi y su estilo neworleans, más pausado, con sus barcos de madera blancos y sus norias rojas- no paran de surcar el Sena que no ha dejado de ser un gran puerto.

En los muros se conservan los aros de hierro que fueron los amarres de barcos de mayor envergadura. Siguiendo la tradición duchampiana del pasado siglo XX, «el gran muro» y sus anillas dispuestas a intervalos regulares podrían entrar ya al museo y legitimarse como una instalación. Un ready-made fotográfico y un título: los aros del viento, como aquel porta-botellas, pero ahora sólo «documentado» fotográficamente cumpliendo así una de  las directivas de los burócratas de la cultura, la de la inmaterialidad del arte. En el muro no han quedado sus nombres, solo las huellas de los grandes herreros y fundidores, sus piezas como testimonios de lo que fue el gran puerto y la vida marinera y mercantil de París.

Los espacios que fueron los muelles hoy son las vías rápidas y los paseos que bordean el río. Los domingos cierran el acceso a la rive gauche para que la gente monte bicicleta, patine o simplemente pasee por los antiguos muelles de la ciudad. La sensación marítima es sorprendente en los grandes ríos del norte. A falta del olor reconfortante del salitre, muchas veces revolotean las gaviotas  en la popa de los navíos en marcha, entre las banderitas y los amarres.

El puerto de Le Havre y la ciudad de Honfleur -donde desemboca el Sena- está a tres horas y media por carretera desde París. Un gran puente suspendido une a las dos ciudades separadas por el río que fluye inmenso para abrirse en la mar.

© 2011 Maite Díaz

Reims



Fragmento de la entrada de la Catedral de Reims. © 2010 Maite Díaz

Viajar por la región de Champagne hasta llegar a Reims. Seguir la ruta pintoresca de los pueblos viticultores, los viñedos verdes en verano, los valles ondulados y todos sembrados de trigo y viñas. La luz del verano acariciando el trigo maduro y haciendo brotar las amapolas. El río Marne serpenteando refrescante los campos, la Marne terapia, así llaman los franceses a dejarse llevar por un paisaje hermoso y trabajado. La Catedral es una joya del gótico y un punto simbólico en la historia de Francia desde hace mil seiscientos años. Del bautizo de Clovis, rey de los francos a la reconciliación franco-alemana iniciada después de la segunda guerra mundial por De Gaulle, y, entre tanto, durante la guerra de los Cien Años, en 1429, Juana de Arco asistía a la coronación del rey Charles VII.

La Catedral de Reims y la sorpresa de su altura, sus filigranas y su ligereza. Las torres miden ochenta y un metros y están estructuradas por columnas finas de piedra. Las vidrieras luminosas, los vitrales de Chagall  y los àngeles decapitados durante la revolución, el homenaje que deja la furia destructora. La nada y la ausencia. También las de la guerra. Los rastros de la primera guerra mundial, cuando los alemanes obligados a retirarse la bombardearon con obuses, incendiàndola. Cuentan que las gárgolas, antes de caer, escupían el plomo fundido de los techos de la Catedral. La guerra. Antes de llegar a la ciudad de Reims, en los valles, los prados inmensos sembrados de cruces, y allí descansan cinco mil italianos, miles de franceses, americanos, algún africano, musulmanes que habrían combatido en el ejército francés y hebreos en las necrópolis alemanas y francesas. En la fachada de Nuestra Señora de Reims, el apocalipsis y la violencia narrada y ejecutada. La Catedral sufrió tanto durante la guerra que estuvo veinte años cerrada y fue restaurada en gran parte gracias a las donaciones de Rockefeller.

Las esculturas increíbles en sus detalles, miles, dos mil trescientas dos en total. Decenas de tamaños organizadas en las escenas bíblicas y representando a los diferentes reyes. Un fresco en piedra de escenas simultáneas.  Es impresionante el edificio por su audacia, la estructura de bóvedas de treinta ocho metros de altura formando las galerías a ambos lados de la nave central de doce metros cincuenta de largo. La misma cifra mágica para el diámetro del rosetón de la fachada principal.

Los arcos ojivales y las bóvedas de crucería dibujan un recorrido y una perspectiva brumosa en los ciento treinta y ocho metros de largo de la Catedral. El silencio y el órgano gigantesco. La sensación de elevación, como si con la luz coloreada de los vitrales perdiéramos la gravedad en el interior de un gran pez.

© 2010 Maite Díaz

El Central Jaronú. Un monumento de la industria y el urbanismo en Cuba

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Central Jaronú alrededor de la década del 30

Mi Terruño

Por Maggie Guaty

En el mes de diciembre del año 1921 el central Jaronú realizó su primera molienda. Considerado durante la década de los años cincuenta, el Central azucarero más grande de Cuba, y el mayor productor de azúcar del Mundo.

El batey era de mampostería, pintado de blanco con brillantes tejados rojos, sus construcciones estaban unificadas en una misma línea arquitectónica, con motivos clásicos y reminiscencias del estilo de Boullèe y Ledoux, (arquitectos franceses).

Era un hermoso concepto de ciudad jardín, colmada de flores, fuentes, y verde follaje, las aceras estaban sombreadas por altos árboles. Hileras de majestuosas palmeras flanqueaban sus tres parques. Tierra colorada, cañaverales en su periferia, el dulce olor del guarapo, los ruidos de la molienda, todo inmerso en la fresca sombra de la Sierra de Cubitas, este fue el escenario de mi niñez y adolescencia.

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El Parque de la Fuente- Llamado así por tener en su centro una enorme fuente llena de peces de colores y lirios flotantes. En las tardes después de la escuela y de merendar, los niños se juntaban en este parque acompañados de algún familiar, colmando el ambiente de risas, juegos, y travesuras. La hora de retirarse llegaba cuando el reloj de la Iglesia que se encontraba muy cerca, en “el parque de la Iglesia” -y que sonaba como el Big Ben-, tocaba seis campanadas.

En esas tardes de juegos me recuerdo “encaramada” en las ramas de los inmensos laureles del parque con mis amiguitas, nos imaginábamos princesas en bellos palacios, o trapecistas de circo, nos divertíamos de lo lindo subiendo cada vez a ramas más altas, hasta que los inquilinos del árbol: una familia de chipojos, (enormes camaleones), asomaban enojados sus horrendas cabezas de dinosaurios enanos, obligándonos a bajar del laurel precipitadamente, al grito de: ¡ya llegaron!

El Club- ¡Aquellos bailes infantiles!, la emoción de estrenar un vestidito e ir a bailar como la gente grande. Más tarde de jovencitas nos engalanábamos desde temprana hora para desfilar por la entrada del Club como pavos reales, disputándonos el lugar de la más bella y mejor bailadora, y disfrutar de las mejores orquestas y conjuntos habaneros que venían a deleitarnos con su música. Los que no sabían bailar se pasaban la noche mirando a los demás, y planeando pedirle al día siguiente a su pariente bailador, que les enseñara algunos pasitos para poder “defenderse” en el siguiente baile.

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La Arboleda- Era un espacio prohibido, que junto a la cancha de tenis nos ofrecía voluptuosamente numerosas especies de mangos, como en postal a color de algún famoso puesto de frutas. Nunca supimos la razón por la cual no se permitía la entrada a aquel paraíso, la verja estaba debidamente cerrada con candados y cadenas, desde luego, esas seguridades no impedían que saltáramos la cerca y nos internáramos en ella, para proceder a indigestarnos en una bacanal de mangos filipinos.

El Campo de pelota- En él se batían en lucha “beis bolera” los equipos de Cunagua y Jaronú, Centrales azucareros hermanos por pertenecer al mismo dueño, y rivales por convicción, ¡esos si eran juegos de pelota!

La Playa – Esta se encontraba a escasos quince minutos en “máquina” desde el Central, era donde pasábamos los veranos. Constaba nuestra playa (Jigüey) de una hilera de casitas estilo cabaña frente al mar, el Club era muy original y diferente, estaba situado en un pequeño cayo al cual se llegaba atravesando un larguísimo puente.

Era una temporada de baños de mar de duraciones maratónicas, paseos en veleros a los cayos cercanos. Remábamos, explorábamos el playazo, y los bosquecitos aledaños cuyos árboles estaban repletos de orquídeas silvestres, así como los manglares que era toda una aventura internarse en ellos. O bien nos contentábamos con sentarnos en el amplio portal con la familia, a disfrutar del aroma del mar y la fresca brisa.

Tantos y tantos recuerdos, el hogar con mis padres y hermanos, los vecinos, el bello batey, el colosal Ingenio, añoranzas de un pasado feliz e inolvidable, de un paraíso perdido.
¡Como te extraño Jaronú!

MGuatyMarrero
©Protected by Copyright 2000-

Nota:

Ésta colaboración de Maggie Guaty ha sido el resultado de felices encuentros en la red de camagüeyanos oriundos del Central Jaronú en Camagüey. 

Les invito a leer el post Fragmentos, y los comentarios; unas memorias de Concepción Gonzàlez Fornés que también recuerda la maravillosa estructura, la urbanización del Central que ha merecido ser nombrado Patrimonio Nacional y beneficiarse de una restauración.  Y lo màs increíble, ha resistido el huracàn de éstos 50 años, lo que demuestra que sus fundaciones y muros fueron construídos con buen diseño y excelentes materiales.

A ver, qué pueblo construído después de 1959 podría conservarse como ejemplo de Arquitectura civil e industrial y de urbanismo en función de la eficacia de los servicios y del placer.

Muchas gracias a Maggie Guaty y a Concepción Gonzàlez Fornés.

Fotografías archivo Maite Díaz González. Pueden ser publicadas en la web citando la fuente. Muchas gracias.

Central Jaronú. Camagüey, Cuba

jaronucasamendozaCasa del administrador del Central Jaronú, en Camagüey, Cuba. Archivo personal Maite Díaz.

Varias personas han visitado el blog en relación con el Central Jaronú. Han llegado para leer éste texto: «Fragmentos» y han dejado sus comentarios; a todos muchas gracias. Seguiré subiendo algunas fotos que conservo, para compartir la memoria gràfica de éste lugar que no conozco, a pesar que mi madre nació allí. Como no teníamos arraigo en el lugar, nunca visité Jaronú en Camagüey. Mis abuelos regresaron en los años cuarenta a La Habana. Es un viaje que debo realizar pues siento una gran curiosidad por éste pueblo vinculado a la historia familiar. Este texto se lo pedí a mi tía materna, Concepción Gonzàlez Fornés. Se marchó de La Habana en 1961. Actualmente vive en Arizona donde cultiva un jardín y un huerto. Una tarde mirando las fotos, la llamé y le pedí que me contara cómo era la estructura del central, lo que recordaba de su infancia allí, donde creció, aunque había nacido en La Habana. También quería saber sobre mi abuelo al que no conocí y que había emigrado solo, desde el pueblo de Los Llanos de Aridane en la isla de La Palma, en las Islas Canarias.

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En París, Paul Virilio y Raymond Depardon en la Fundación Cartier

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“Donner la parole”, éste señor es uno de los entrevistados por Raymond Depardon. Es importante el testimonio de éste occitain, que habla en su lengua que ha desaparecido, aparecen testimonios europeos sobre el proceso cultural que significa la mundialización como un proceso de asimilación tan antiguo como la historia humana.

«TERRE NATALE ailleurs comme ici » es la exposición que presenta la Fundación Cartier en París. El edificio de la Fundación es una estructura transparente creación de Jean Nouvel, una fachada de cristales, que como espejos, se integran al paisaje urbano en el número 261, del boulevard Raspail, con un hermoso cedro del Libano a la entrada. De los edificios proyectados por Nouvel y que he recorrido, pienso que éste, discreto, es el más hermoso, acogedor por su ligereza, proporciones agradables y la integración de la naturaleza, los árboles y espacios verdes a la arquitectura.

La exposición plantea preguntas de interés en éste siglo y milenio que hemos comenzado. Siguiendo las estadísticas desde 1991, filósofos como Paul Virilio señalan una aceleración de sucesos que generan catástrofes y progresos dentro de una misma lógica dialéctica; ésta fue la idea de Hannah Arendt : «El progreso y la catástrofe son el verso y reverso de una misma medalla.» A partir de ésta idea, Paul Virilio organizó en el 2002, en éste mismo espacio, la exposición sobre «El Accidente» como elemento fundamental de la historia, el accidente como obra creativa. Virilio ha llegado a proponer la creación de un Museo del Accidente: «Exponer el accidente, todos los accidentes, desde el más banal al más trágico, de las catástrofes naturales a los accidentes industriales y científicos, pero además exponer también el accidente feliz, del golpe de suerte al flechazo. Exponer el accidente para no estar sólo expuestos al accidente.» Es éste el proyecto de la exposición «Ce qui arrive» y que se inspiraba también de la frase de Sigmund Freud, «La acumulación termina con la impresión de azar.»

La muestra se compone de cuatro instalaciones en las que dialogan Paul Virilio y Gerard Depardon. Un diálogo de confrontaciones. Entre las preocupaciones de Depardon, fotógrafo y cineasta, encontramos la idea de la relación poderosa con la tierra que tienen las personas que habitan el mundo rural y, con respecto a los planteamientos de Virilio, urbanista y filósofo, viajamos alrededor de la ciudad, del éxodo, en relación a los desplazamientos y a la velocidad.

A partir de éstas unidades extremas y complementarias, recorremos los discursos cinematográficos de Raymond Depardon que busca a los sobrevivientes de pueblos que han desaparecido asimilados, los Mapuches o los Kawésqar en Chile, los Chipaya y Quechuas en Bolivia, los Guaraníes o Yanomami en Brasil, la tribu Afar en Etiopía, además de las entrevistas a dos franceses, una bretona, residente en una isla del Atlántico que ha conservado su lengua materna y, un occitain, de un pequeño pueblo del sur de Francia que confiesa haber aprendido muy mal la lengua francesa. Los retratos monumentales, las voces de éstas personas nos cuentan sus historias familiares, personales, desde una pantalla gigantesca y unos planos próximos y cerrados que recogen toda la fuerza de sus testimonios. Las salas sin asientos, obligan a los numerosos espectadores a escuchar sentados en el suelo. «Donner la parole», así titula Depardon ésta serie de entrevistas.
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Imagen de la entrevista a unas mujeres de la tribu etiope Afar en «Donner la parole» de Raymond Depardon.

Desde el mundo aislado de personas que han quedado fuera del movimiento del progreso, de la asimilación, de la globalización, escuchamos al Quechua boliviano hablar en su lengua materna, contar que debe venir a la ciudad porque no tiene trabajo, no tiene qué comer, y las únicas palabras que pronuncia en español son las palabras, cabras, vacas, ovejas. Depardon nos hace testigos de éstos desplazamientos marcados por los límites de la experiencia de sobrevivir y a su vez, de la misma etnia, una mujer se resiste a emigrar a la ciudad desde unas razones profundas de pertenencia a un espacio, a un paisaje inscrito en una geografía bien definida y a una conexión con una lengua y unas tradiciones. Dos mujeres Yanomami se preocupan por los ríos, por los peces de los ríos que nutren a sus hijos y por la llegada del hombre blanco y la destrucción de la selva.

De regreso, Depardon nos muestra en la segunda sala «Le tour du monde», su vuelta al mundo, solo, en 14 días y 7 escalas. Filma el mundo de la ciudad, de la velocidad, del stress de las mujeres que van a trabajar en Japón, la gente y sus teléfonos por la calle, el tráfico, los puentes de carreteras y calles que se superponen en las ciudades. Es un filme mudo, nadie cuenta su historia, son dos pantallas enormes instaladas en un ángulo de la sala oscura, simulando un diálogo a dos, en el que sólo se escucha el silencio y el ir y venir apresurado de la gran ciudad. Washington, Los Angeles, Honolulu, Tokyo, ciudad Hô Chi Minh, Singapur y Le Cap.
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Instalación de Paul Virilio en el sótano de la Fundación Cartier,  al fondo el espacio circular donde se expone la segunda instalación  concebida por Virilio y realizada por el estudio multidisciplinar Dille Scofidio + Renfro, la obra multimedia es una visualización dinàmica en 360° sobre los movimientos migratorios y las consecuencias del calentamiento global

En los espacios del sótano Paul Virilio ha concebido sus dos instalaciones. Llegamos a un espacio que recrea una gran sala de espera, un hall de un gran aeropuerto o de una gran estación de trenes. Del techo cuelgan unas decenas de pantallas planas que reproducen imágenes de vídeos de archivo de telediarios, documentales y fotografías, todas imagenes reales, documentales sobre los movimientos importantes de poblaciones, campos de refugiados por razones climáticas o políticas, imágenes de los boat people vietnamitas, de los mexicanos filmados con cámaras infrarrojas atravesando las alambradas de la frontera.

Paul Virilio en una proyección a escala natural camina por un callejón adoquinado de una ciudad francesa y conversa con el espectador : «El sedentarismo y el nomadismo han cambiado de naturaleza. (…) El sedentario es aquel que se encuentra en casa en cualquier sitio, con el móvil, el ordenador, en el ascensor, en el avión o en el tren de alta velocidad. Éste es el sedentario. En cambio, el nómada es aquel que no se encuentra en casa en ningún sitio.»Para Virilio el siglo XXI será el de las grandes migraciones, 200 millones de personas estarán obligadas a desplazarse, a partir de ahora y hasta el 2050, por razones políticas debido a dictaduras, persecuciones, conflictos étnicos y territoriales. Luego de la espera en ésta suerte de sala de aeropuerto que ha diseñado Virilio, con la intención, supongo, de hacernos tomar conciencia -mirando los documentales-, que la condición nómada forzada o deseada ha sido la causa de una aceleración de conflictos y de catástrofes, que repercuten en el espacio urbano.

La pieza multimedia es una sala y una pantalla circular. Un planeta tierra gira en 360° alrededor nuestro, la imagen del planeta es nítida, en su doble movimiento de rotación y traslación se visualizan las capas de nubes alrededor de la tierra, es enorme, de unos dos metros de diámetro aproximadamente, se traslada de izquierda a derecha desvelando datos en relación a los movimientos migratorios. La pieza es un resumen de datos estadísticos, una serie de mapas, de planisferios que dibujan las migraciones urbanas, la densidad de la población en las ciudades, la falta de oportunidades en el campo y la concentración humana en los espacios de las ciudades cada vez más pobladas en los países desarrollados, Virilio ofrece la estadística de que para el 2015, 48 de las grandes ciudades que crecen más rápidamente se encuentran en el hemisferio sur.

La segunda muestra es sobre la inmigración, los flujos de hombres y dinero. 60 países en vías de desarrollo reciben remesas desde 12 países desarrollados, la media es de 160 euros mensuales por envío, la suma es de 240 mil millones en concepto de remesas. Hay una banda de banderas de los países del primer mundo de un tamaño mayor arriba y, abajo, otra banda de las banderas de los países en vías de desarrollo, informàticamente se dibujan los flujos monetarios en conceptos de remesas que van de los emigrantes en el primer mundo, a sus familias, la cantidad es tres veces las cifras de lo que supone la ayuda internacional a esos países. Gràficamente la bandera europea, americana o canadiense se contamina con barras digitales de pixels de los colores de las banderas de los pequeños países, cada pixel corresponde a 10 emigrantes o refugiados. Después de todos estos datos, se traza un «ecuador económico» entre el norte y el sur que comienza en el sur de Rusia, en la Siberia, y va bordeando el territorio hasta Turquía, entra Israel, la costa sur mediterrànea y costa norte de África, América del Norte bordeando la Florida, la frontera mexicana y en el Pacífico incluyendo a Australia y Japón. En las estadísticas sobre las remesas no aparecen datos sobre Cuba, siendo uno de los países con una comunidad en el exilio importante que corresponde a un 10% de su población y, es conocida la importancia de éstos ingresos en la economía de la población cubana, en «terre natale.»América aparece como un continente más estable. No leí informaciones sobre los desplazamientos desde Venezuela, Cuba, sólo Colombia apareció como emisor de refugiados hacia los Estados Unidos.
La tercera muestra de datos corresponde a los refugiados políticos y a las migraciones forzadas, desplazamientos internos en los países, refugiados, demandadores de asilo. Las estadísticas describen las incidencias de éstos viajes, las negativas de asilo, las deportaciones a las fronteras. El continente más convulso es el centro de África, y la zona de Irak, Myanmar, éstos territorios han producido éxodos, en el caso de Irak, de más de 1 millón de personas. Tampoco sobre Cuba y sus estadísticas pude encontrar ningún dato.
La cuarta presentación resume las catàstrofes naturales que han aumentado desde el año 2000. Los desplazamientos de las poblaciones por causa de inundaciones son màs frecuentes en el hemisferio sur que en el hemisferio norte. Y, por último, la quinta muestra estadística hace referencia a las variaciones de los niveles del mar. Los mares, de aquí a 2100, se supone aumentaran su volumen y, como consecuencia, desaparecerán sumergidas las ciudades que se encuentran en las costas, aquí apareció La Habana, éstas ciudades «serán las primeras víctimas del calentamiento global aunque a menudo son las menos responsables», termina con éste juicio y asignación de responsabilidades la presentación de ésta pieza.

En los vídeos expresa su idea y la variación que tendrà el concepto de frontera. La frontera, el muro.Las fronteras naturales determinadas por las fronteras geográficas, por lo límites geográficos, Virilio dice, «…el mar pertenece a todo el mundo, pero la noción de límite, de muro define una identidad, hay muros necesarios. Nuestro límite corporal es nuestra frontera, nuestra magnitud, no hay realidad sin magnitud. El muro puede servir para identificar o para excluir. La gran frontera será la frontera continental, la subida de los niveles del mar eliminará las fronteras naturales.» En sus ideas Paul Virilio cuestiona el mundo de las nuevas tecnologías, la velocidad como expresión del Poder, la necesidad de un compromiso de lucidez desde el que no niega la tecnología, pero exige una visión crítica de ésta y de los cambios que está estableciendo en las conductas humanas, en las relaciones sociales y en la relación del hombre con el paisaje y con la naturaleza.

«Parce que moi j’ai la nostalgie de l’ampleur du monde, de sa grandeur.» Paul Virilio.

©2009 Maite Díaz 

Fragmentos

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La Habana, el Centro Asturiano y el Central Jaronú en Camagüey 

Nací en la Habana en la calle Chacón #18, entre Habana y Aguiar, a varias cuadras del palacio presidencial. A las seis semanas de nacida fuimos para el central Jaronú, situado en la parte norte de la provincia de Camagüey, donde mi papá trabajaba en la producción de azúcar, el fue puntista por un tiempo en el departamento que procesaba el jugo de caña para convertirlo en azúcar, en unos recipientes muy grandes llamados tachos, allí se cocinaba este jugo hasta que perdía la mayor parte del líquido y el resultado era azúcar sin refinar. En el tiempo de la molienda, se trabajaba 3 turnos de 8 horas cada uno los meses que duraba la zafra.

El pueblecito estaba bien diseñado, teníamos cuadras con diferentes tipos de viviendas para todos los trabajadores y empleados de las oficinas. En frente de nuestra cuadra estaba un edificio largo que contenía la farmacia, la oficina de correos, barbería, hotel, restaurant  y la sociedad de recreo. Al fondo de éste edificio y separados por jardines estaba la oficina general.

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Vista aérea del Central Jaronú durante la década de los años 40, era uno de los centrales màs grandes y productivos de la isla.

Al este de nuestro lugar, que consistía en diez casas unidas, todas con portales al frente, estaban el edificio con dos aulas, la escuela para niñas, separados por jardines le seguía el cine y al otro extremo la escuela de varones. En esa misma cuadra estaba la iglesia y alrededor, completando la cuadra, había un parque con un gran césped y frente a la iglesia unos pinos muy lindos bordeando un camino que iba hacia el segundo parque donde había una fuente ornamental con peces rojos y blancos y plantas de loto.Los pinos se cayeron durante el ciclón de 1932 y sembraron palmas reales.

Recuerdo que mamá daba clases de piano a un grupo de señoras y muchachas en aquellos tiempos cuando yo era muy pequeña y yo estaba siempre presente porque me gustaba oírlas tocar en el piano. Cuando tenía 5 años de edad, fui con  mamá y varias de sus amigas a una función religiosa donde estuvo presente el obispo de Camagüey y se cantaron varios cánticos en honor de la Virgen María. Regresamos a casa y le pedí a mamá que me dejara tocar una cosa en el piano y toqué unos cantos (con una sola mano) que se llaman Oh María, madre mía. Después de eso mamá empezó a enseñarme las notas en el teclado y según fui creciendo, aprendí a leer música e interpretarla. Me gustaba mas tocar de oído porque no tenía que estar leyendo la música.

Asistí a la escuela para niñas cierto tiempo hasta que mis padres decidieron mandarme a la Habana a estudiar en el Centro Asturiano, viviendo con Tía Concha y su familia. Allí estuve por dos años escolares, cursé segundo y tercer grados, y siempre tomando clases de piano. En segundo grado gané premios, se me hacía fácil aprender porque estaba siempre curiosa por todo lo nuevo y en tercer grado me iba muy bien pero había algo extraño en la forma en que tía se conducía conmigo y pude ver que no estaba contenta porque sus hijas no mantenían el mismo nivel en que yo estaba, eso me hizo mucho efecto y pensé que era mejor para mí no poner tanto énfasis en mis estudios.

Las clases de música me gustaban mucho; recuerdo que la profesora, cuyo nombre era Apolonia Gomila, tenía varias alumnas, todas jóvenes mayores que yo, a las que impartía clases privadas. Al final de curso tuvimos exámenes y las que tuvimos mejores calificaciones fuimos a oposiciones. Interpretamos la misma composición musical que todavía recuerdo pero no el nombre y las prácticas fueron privadas. El día del examen la otra muchacha interpretó la pieza musical en una forma distinta a como la profesora me había enseñado a mí y cuando yo terminé la mía en un tiempo  lento, el jurado me preguntó por qué yo había ejecutado en esa forma; les dije que esa era la forma en que me habían enseñado. Me mandaron a practicar por unos minutos en un tiempo mas rápido y cuando me llamaron de nuevo e interpreté la pieza musical, me otorgaron el primer premio que consistió en un busto de Schubert.

© 2008 Concepción González Fornés.

Nacida en La Habana, se marchó de Cuba en 1961.Vive en Arizona donde cultiva un jardín y un huerto.

© Fotografía del interior del Central Jaronú y una vista aérea. Archivos fotogràficos Maite Díaz Gonzàlez. La imagen puede reproducirse en internet mencionando la fuente. Gracias