Archivo diario: 7 octubre, 2011

Félix de Azúa: Sobre la división de impotencias

Félix de Azúa hace un recorrido por la realidad, la cultura y el conocimiento con el fondo de la crisis general y la corrupción, el clientelismo, la injusticia de los presupuestos del Estado reflejado en los recortes en la educación y la sanidad. En breve serán las elecciones presidenciales españolas y deberemos votar. El artículo es un ensayo y nos habla de un libro de Agamben, Desnudez,  y el problema que trajo la modernidad en los conceptos de Creación y Redención. Y las interpretaciones. Estaríamos en una fase en la que la política sigue teniendo un alto componente «religioso» aunque las encíclicas del Papa o la Internacional no tengan el poder de convocatoria y convencimiento, esos poderes se han fragmentado o desaparecido con el avance del conocimiento y la tecnología. Y el problema es que la Política sigue un viejo sistema de comunicación y funcionamiento «religioso» basado en líderes y mesías y promesas del Paraíso o del petit paradis, la realidad es una representación. Un artículo muy bueno, filosófico y profundo sobre el desastre político y la prensa que ya no funciona como estructura de control democrático. En camino a la dictadura y la impunidad, impotentes ante el cíclope,  regresaríamos a una era medieval y esperaríamos impacientes el renacimiento si llegamos a verlo. O seguir en el parque temático y la democracia de los bandos, unos años unos y otro año, por cansancio o esperanza ingenua, los otros. La política y los políticos viven, a pesar de todos sus medios de comunicación una grave crisis de credibilidad. Y en la política la redención como remedio ha generado siempre violencia y revoluciones.

Fragmentos del artículo de Felix de Azúa: Sobre la división de impotencias, en EL PAÍS:

La producción de novedades, así como su inmediata interpretación o salvación filosófica, colaboraron en la representación de un mundo inteligible hasta la edad moderna. Cree Agamben que esta separación entre lo creativo y lo interpretativo se vino abajo con la modernidad. Filosofía y crítica, herederas de la obra profética de salvación de un lado, y arte y tecnología, herederas de la obra angélica de creación de otro, se confunden. A partir de ese momento, en la modernidad los creadores proponen, en realidad, críticas, mientras que los filósofos producen creaciones.

La pretensión poética de tanto filósofo cuya obra parece obsesionada por la invención de un estilo artístico más aún que de un juicio recto; la pretensión crítica de tanto artista que expone sus obras como juicios morales, filosóficos, ideológicos o benevolentes, confunde los dos órdenes en uno que no cumple ni con la creación angélica ni con la interpretación salvadora del sentido. Hasta aquí, brutalmente resumido y en esqueleto, el ensayo de Agamben.