España, los amigos, hoy hace 17 años

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España, Cangas de Onís, Beceña, agosto 2008 © Maite Díaz

Hace 17 años llegaba a Europa desde La Habana, realizaba el viaje de regreso, el cante de ida y vuelta, después de casi 40 años justos, que mi padre hubiera tocado puerto en Galicia por última vez. Llegué en avión. Una mañana soleada. Desde la ventanilla buscaba la costa de Portugal que descubrí espumosa y clara, y, luego, un Tajo azul que se abría como una herida. La meseta alta ocre y un paisaje antiguo, erosionado; trataba de adivinar qué veían mis ojos y mi emoción de España se materializaba por fin en aquellas colinas suaves, arrasadas, sin àrboles.
Cuando se abrió la portezuela del avión, un aire frío, seco, recibió mi rostro. La mañana era tranquila, me esperaban Juan Carlos y Luisa, a mi amigo Juan Carlos hacía cuatro años no lo veía. El camino al aeropuerto me pasé todo el tiempo preguntando por los àrboles, había leído sobre Castilla, a Machado, a Azorín pero el impacto minimalista del paisaje me tenía asombrada. Llegando a la Alameda de Osuna, descubrí los pinos mediterràneos de Goya, que disfrutaría luego acostada, leyendo en primavera en el parque del Retiro, aquellos pinos que se dibujaban sinuosos, con sus copas redondeadas y que había aprendido de memoria en el libro monogràfico que había en casa.
Madrid, Barcelona, Gijón atravesé la península haciendo las triangulaciones familiares, visitando certezas y descubriendo otras sin saberlo; hasta que llegó el momento de desplegar el mapa y comenzar a trazar mi propia historia. Durante siete años que viví en España me pasó casi todo y viví las experiencias en los límites que me posibilitaron los primeros años unas magras economías. El primer día que visité el Museo del Prado, al día siguiente de llegar, me fui a primera hora y me pasé el día con dos barras de cereales y una walkman escuchando las estaciones de Vivaldi y recordando los consejos de Antonia Eiriz, de Manuel Vidal, de mi padre sobre las colecciones de pintura española, italiana y los flamencos. Pasé las horas en el Museo Arqueológico de Madrid. La ciudad como un omphalos, era la referencia y aunque estuve en La Mancha algún tiempo, en Zaragoza y en Barcelona, me iba a Madrid muchos fines de semana para ver a los amigos. Paséabamos por los Austrias, nos íbamos con el pintor Bonifacio, Gustavo, Joaquín al Candela o a la Casa Patas, o al bar popular siempre repleto de humo y cervezas, La Soleá, en la Cava Baja donde escuché a algún japonés imitar a Camarón con exactitud prodigiosa.
En Madrid al principio me perdía, es una ciudad circular y para los habaneros acostumbrados al eje del mar nos costaba orientarnos. Los fines de semana quedàbamos a ver las exposiciones del Sofía con sus ascensores transparentes y marineros, es el único lugar desde donde siempre creo ver el mar, bueno, y ahora, desde la terraza, del apartamento donde vive mi amigo Aaron, no lejos del Reina Sofía. Madrid, sus barrios elegantes y sus barrios populares, sucios, las fiestas de Lavapiés y los bares en la Plaza Santa Ana, en la calle Huertas, repletos de papeles, huesos de aceitunas y esa dimensión de pueblo al que atraviesa la modernidad del ruido ensordecedor de la Gran Vía, o los misterios de una vieja y asturiana droguería, Riesgo, donde cargar pigmentos, aceite de linaza y exotismos varios, una cercanía, la continuidad de un viaje que siempre nos seduce.

©2008 Maite Díaz

5 Respuestas a “España, los amigos, hoy hace 17 años

  1. He vuelto. Algún día habrá que hacerse un libro sobre ese día en que los artistas e intelectuales cubanos exiliados llegaron a otro sitio del mundo, lejos de su isla. Este post es un buen ejemplo. Gracias.

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  2. Gracias Zoé a ver si nos vemos…claro que debíamos hacer un libro de testimonios de la estampida, saludos.

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  3. Una belleza este texto. Gracias, Maite.

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  4. Solo apostillar que la imagen ye maiz enriestráu en el correor de Casa Florinda… en Beceña claro.

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  5. Hola Cesar,

    qué alegría, tengo una foto de Florinda muy bonita en la puerta de su casa en Beceña. Estuve en el 2008, hice muchas fotos que voy a subir a flickr de San Martín, de Beceña, de Cabrales, a ver si las bajo de resolución y las subo.
    En La Habana mi padre me contaba cuando recogían el maíz y se deshojaban las «panoyas» y se hacían los faldones de maíz en los balcones y la torta y la borona que le encantaban. Y ayer hice en casa «pantruco» que lo comíamos mucho en casa de mi abuela. Saludos y gracias por su apostilla.

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