Europa, la extrema derecha y sus ideólogos

La sorpresa esperada tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas era el resultado en ascenso de Marine Le Pen y el Front National, un poco más del 18%, casi el doble de votos que logró su padre en el 2002.

Los resultados primeros dieron una diferencia importante de tres puntos entre François Hollande y Nicolás Sarkozy que, contra todos los pronósticos, se situó en segundo lugar  con una diferencia de solo 1,5% de su rival socialista.

Contabilizados todos los votos los resultados finales concluyeron con un 28,63% a favor de Hollande y un 27,10% para Sarkozy que ha obtenido en la primera vuelta un resultado mejor que Jacques Chirac en el 2002 durante las presidenciales en las que tuvo como adversario a Jean-Marie Le Pen en la segunda vuelta. Y, contrariamente a las predicciones que se anuncian, los datos confirman que en elecciones anteriores en Francia el candidato que ha llegado en la primera posición, ha perdido luego las elecciones en la segunda vuelta.

El ascenso de la extrema derecha va acompañada de lo que llaman un proceso de «desmitificación» según M. Collard, abogado y portavoz del Front National, entrevistado en France 2 durante el debate de los resultados electorales.La situación económica de crisis en Europa es muy parecida a la de los años treinta. Los políticos se debaten entre los planes de austeridad y el dinamismo para organizar el crecimiento económico porque con los planes de austeridad como única solución entraremos en la recesión y en la miseria que siempre han sido el terreno para la manipulación y la búsqueda de chivos expiatorios en función de las creencias ideológicas o religiosas.

Los resultados de Marine Le Pen son el reflejo de la realidad económica y social de la población más pobre. Y lo cierto es que ha realizado un trabajo político sobre el terreno desde hace un año. La hemos visto en la calle repartiendo flyers en los pueblos, a las entradas de las fábricas o visitando a los agricultores con serios problemas para que sus empresas sean competitivas y realicen los beneficios necesarios para ser rentables. Ha viajado por las comunidades rurales del norte de Francia donde el problema no es la inmigración sino el desempleo generado por las deslocalizaciones industriales y la falta de estructuras de servicios públicos en los sectores de la educación o la sanidad. Los ciudadanos de los pueblos en las comunas rurales no se ven confrontados al fenómeno de la inmigración, el problema en éstos pequeños núcleos aislados es la pobreza. El miedo a la inmigración comienza a extender su manto junto con el desamparo de la pobreza.
En el fenómeno Le Pen, en el discurso y las reivindicaciones de Marine Le Pen hay una conexión con algo cultural que es importante en Francia:  la nación y la identidad. Su padre es bretón, los bretones en Francia son un poco como los gallegos en España, un pueblo con una identidad cultural marcada que ha cultivado su diferencia estando dentro  del molde republicano. Le Pen padre, algo más sanguíneo, siempre me ha recordado a Manuel Fraga Iribarne pero en versión asterix el galo y todo lo que implica como resistencia desde el concepto nacional. Marine Le Pen cuando celebraba sus buenos resultados decía: «Estamos convidados a la mesa de las élites», y los que conocemos bien Francia sabemos las tensiones y la jerarquización piramidal que existe, sobre todo en París, y que emerge en periodos de crisis.
Eva Joly que ha ganado un proceso acusada de difamación por Marine Le Pen, decía que la familia Le Pen no eran «candidatos del pueblo» porque viven actualmente en un château en Saint Cloud que es una banlieu adinerada de la capital. Lo cierto es que su padre es de orígenes modestos y creó el partido con las ideas de una derecha nacionalista que se ha dirigido siempre a la población francesa más necesitada y sin protección. Jean-Marie Le Pen ha sido acusado de antisemitismo por haber declarado que la Shoah había sido «un detalle de la historia.»
El gran triunfo político de Marine Le Pen y su inteligencia estratégica ha sido asimilar a la extrema derecha más extrema dentro de su partido que se reivindica la verdadera derecha francesa «sin contaminaciones» con las ideas de la izquierda. Para ello comenzó un trabajo de imagen prohibiendo a los skin heads desfilar y exhibirse en las primeras filas en sus celebraciones del 1ro de Mayo en París al pie del monumento de Juana de Arco, y éstos dos símbolos: Jeanne d’Arc y el 1ro de Mayo resumen su programa basado en la unidad nacional, la patria, la souche, -el origen- en su programa plantean eliminar el derecho al suelo para acceder a la nacionalidad francesa, lo que quiere decir que los nacidos en el territorio de padres extranjeros no son franceses automáticamente. Además de la salida de Europa y del euro como acción fundamental para recuperar la soberanía nacional.
La otra estrategia de Marine Le Pen es aprovechar las diferencias dentro del Partido UMP para organizar una nueva fuerza política. Esto es un fenómeno de los grandes partidos, las fracciones y fricciones que se crean en torno a las personalidades y que pueden terminar haciendo estallar la formación para reordenarse nuevamente. En éste sentido la derecha francesa sin adjetivos, tiene interés a seguir un proyecto con Nicolas Sarkozy que a todas luces es el que ha podido controlar y dominar las luchas internas de egos y programas para mantener una formación cohesionada y sólida. Incluso Jean-Louis Borloo que se separó de la UMP para crear el Partido radical y que se declara centrista, ha realizado declaraciones de apoyo a Sarkozy planteando un programa humanista indispensable en los periodos de crisis económica y social. Proteger a los más necesitados y frágiles.
Marine Le Pen está al corriente de todos los contenciosos y se prepara para las elecciones legislativas que son las que podrán darle una mayor representación en la Asamblea.
En su nueva imagen la derecha francesa encabezada por Le Pen se parece más a la derecha española que organizó Fraga Iribarne en la que no vemos como fuerza autónoma e independiente al ala ideológicamente fascista que se encuentra diluida en una gran formación de derechas.
Tras el triunfo del Front National y su ideología nacionalista, en Alemania la población que mantiene una sensibilidad de rechazo a los movimientos de extrema derecha sigue con interés e inquietud ésta realidad. La preocupación  ante el sentimiento antieuropeo que viaja con las promesas de ésta corriente ideológica, no es solo de Angela Merkel, la gente en la calle  también se cuestiona los resultados. Los alemanes han mantenido la alerta ante éstos fenómenos sociales porque no hacen la política del avestruz y la memoria y la historia son el centro del debate político y de la información en un medio como la televisión.
Un ejemplo es la cadena arte.tv que mantiene una programación pedagógica y didáctica sobre la memoria de las guerras y sus consecuencias durante los años treinta en Europa, además de unos informativos sensibles a los hechos extremos ocurridos en Hungría u otros países de la Unión europea. No sabemos qué audiencia tendrá ésta cadena en los diferentes países europeos, pero sabemos que -en general- la televisión española o italiana son los feudos de las peores políticas de información.
Hoy en Le Monde.fr aparece una noticia que sigue la lógica de la desmitificación. Los encargados de los derechos de «Mein Kampf«, el libro programa escrito por  Hitler en los años 20 será objeto de una nueva edición.
En Alemania, «Mi Lucha» será publicado por primera vez después de la Segunda Guerra mundial y tras largos años de censura. No es el caso en los países árabes o en Turquía donde el libro ha gozado siempre de editores y lectores asiduos.
En el 2015 saldrá el libro en una edición comentada, el Ministro de finanzas de Baviera, región que posee los derechos de autor, declaró que el objetivo de la publicación es «mostrar hasta qué punto éste libro, de consecuencias catastróficas, es absurdo». El libro se publicó en 10 millones de ejemplares en la época del nazismo y era el regalo de boda del Estado a las parejas alemanas. También se adaptó a otros países europeos y fue vendida una versión en los territorios ocupados durante la Segunda Guerra mundial. A partir del 2016 los derechos pasarán al dominio público y el libro podrá ser editado libremente.

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